𝑳𝒆𝒗𝒊 𝑨𝒄𝒌𝒆𝒓𝒎𝒂𝒏 𝑨𝑼

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Caminé hacia la cafetería, como cada mañana, para comprar un café antes de ir a trabajar.

No noté nada raro hasta que fue mi turno de pedir.

Siempre me había atendido una chica morena muy simpática, pero hoy era diferente.

Había un hombre bajito de pelo negro tras el mostrador.
Tenía cara de pocos amigos, pero al levantar la vista de su pequeña libreta y mirarme, su mirada cambió.

Tenía un brillo especial en los ojos y un leve sonrojo se asomó en sus mejillas.

—H-hola, me llamo Levi... ¿qué desea?

—Buenos días, Levi —sonreí.

Sus labios temblaron y quiso hablar, pero no pudo.

—Querría un café con leche y un bollo de canela, gracias.

Él asintió y apuntó el pedido antes de pedirme que esperara unos minutos. Dejé pagado mi pedido y revisé mi teléfono hasta que escuché una voz tímida que se dirigía hacia mí.

—Perdona...

Alcé la vista y vi a Levi tendiéndome mi compra.

Sonreí y le agradecí antes de irme.
Me dirigí a mi coche mientras tomaba mi desayuno y no pude parar de pensar en él en todo el día.

Los días pasaron y uno tras otro me lo encontré. Siempre con ese tartamudeo al verme y la sonrisa tímida.

Era muy lindo, a pesar de que su apariencia decía lo contrario.

Un día me animé a hablar más de una frase. Él se puso demasiado nervioso y huyó a la parte trasera de la tienda.

Al día siguiente se disculpó con un leve sonrojo.

—¿Puedo compensarte con una cita? —dijo tornándose más rojo.

—Está bien —dije sonriendo, haciendo que él sonriera.

Esa misma tarde salimos, acordando ir a un bar cercano.

Una vez allí, vimos que había un ambiente animado.
Tomamos unas bebidas y luego nos dirigimos a unas mesas de billar que había en una de las esquinas del local.

Comenzamos a jugar y me di cuenta de que Levi no jugaba del todo bien.

—¿No dijiste que sabías jugar? —dije dejando escapar una pequeña risa cuando golpeó mal la bola blanca y cayó al suelo.

—Jugaba mucho de adolescente, pero parece que he perdido la técnica.

Me acerqué a él algo tímida y tendí una mano.

—¿Puedo? —él me tendió el palo—. Debes cogerlo así y ponerlo entre estos dedos, después solo le das un golpe seco.

Él asintió, le devolví el palo y lo agarró.

Se agachó un poco, acercando su pecho a la mesa para visualizar mejor si golpe, pero me di cuenta de que había colocado mal la mano.

Acerqué la mía a sus dedos y los coloqué bien, provocando que se sorprendiera y diera un pequeño salto en su sitio.

—Tranquilo, no voy a comerte —reí.

Se puso algo nervioso, pero acabó acertando y metió una de las bolas de color.

—Muy bien, sigue así —dije con una sonrisa.

Él apartó su mirada.

—Eres hermosa —susurró.

Me sonrojé un poco y seguimos jugando.

Ese día lo pasamos realmente bien.
Nos seguíamos viendo en la cafetería todos los días y nos fuimos enamorando, como en una novela cursi.

—Buenas, ¿qué desea? —dijo una de las compañeras de Levi cuando entré en la cafetería.

Vi que Levi tomaba el relevo para atenderme y apoyó su codo en el mostrador para apoyar su cabeza sobre su mano.

—Quiero un café tan oscuro como mi alma —bromeé.

—Marchando un vaso de leche —dijo Levi guiñándome un ojo.

—Mejor dame lo de siempre —reí.

Pero no todo fue un camino de rosas.

Si Levi tenía un defecto era el de no mostrar sus sentimientos y guardarlos para sí mismo.

Esto nos causó algunos problemas, ya que yo tenía varios amigos y se ponía celoso.

—No hace falta, ve con tus amigos. Estoy bien.

—Tu cara no dice lo mismo —dije presionando una de sus mejillas con mi dedo.

Apartó mi mano y caminó hacia la habitación.

—Levi... sé que no estás bien.

Me senté en la cama junto a él y suspiró.

—¿Estás celoso? —tras un rato asintió y apoyó su cabeza en mi hombro—. No tienes por qué estarlo, mis amigos no...

—Es muy fácil decirlo —respondió cortante.

—Oi, en serio. Me quedaré, ya iré otro día con ellos.

—Te dije que vayas, no quiero que te quedes sin salir por mi culpa.

Comenzamos una pequeña discusión que fue aumentando hasta subir de tono.

—¡Si me dijeras que me amas, tal vez te creería! —le respondí, provocando que relajara su ceño fruncido y me mirara con pena.

Eso había sido un golpe bajo.
No se le da bien expresar sus sentimientos, y aunque no lo dijera, sabía que me quería.

Se alejó de la cama y se dirigió al salón.

Paseó un poco y se quedó mirando por la ventana, con las manos apretadas a cada lado de su cuerpo, con impotencia.
Me acerqué poco a poco y posé mi cabeza en su hombro.

—Oi, lo siento... No debí tocar el tema...

—No, tienes razón. Deberías buscar a una persona que...

—Pero yo te quiero a ti. Solo a ti.

Alzó su mano y acarició mi pelo.
Le di la vuelta y vi sus ojos.
Sus ojos eran la parte más expresiva de su cuerpo, y ahora me decían que necesitaba un abrazo.

—Lo siento mucho.

—Yo también lo siento —dijo devolviéndome el abrazo.

En ese momento, agradecí a mi suerte por haberme topado con ese pequeño estúpido.

•ꜱʜɪɴɢᴇᴋɪ ɴᴏ ᴋʏᴏᴊɪɴ• ⚔️ One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora