𝑹𝒆𝒊𝒏𝒆𝒓 𝑩𝒓𝒂𝒖𝒏

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Apenas faltaba un año para terminar la instrucción e ingresar en el cuerpo del ejército que desearamos.

Durante los años que la tropa 104 pasamos juntos, nos volvimos muy unidos. No todos, pero en general éramos buenos amigos.

Ellos eran como mi familia, realmente los apreciaba mucho. Aunque, como en toda familia, hay gente que no se lleva bien.

Esos éramos Reiner y yo. Nuestras personalidades chocaban y eso provocaba disputas.

Realmente le odiaba, o eso creía...

Estaba fatal, parecía que el aire no llegaba mis pulmones mientras me apoyaba en la pared trasera de la cabaña de las chicas.

Era la hora de la cena, por lo que nadie pasaría por allí.

—¿Qué pasa, enana? —dijo Reiner burlón, llegando a mi lado. Su expresión cambió cuando apoyé mis manos en mis rodillas para intentar respirar mejor—. ¿Estás bien? ¿Qué ocurre, [Tn]?

Intenté decirle que no se preocupara, pero al hacerlo tosí, lo que dificultó a mi respiración.

—Oi, no sé qué está pasando... Estoy preocupado.

Dio unos pasos hacia mí, quedando a mi lado. Alcé una mano hacia él y agarré su camisa, intentando apartarle un poco, pero se acercó aun más. Sentí sus brazos rodearme y me sorprendí.

Nunca había mostrado ninguna muestra de afecto, menos hacia mí. La calidez de su cuerpo me pareció acogedora. Mi cabeza se pegó a su cuerpo, quedando mi oreja pegada a su pecho. 

El sonido de su corazón me calmó un poco. Sus latidos parecían calmarme cada vez más. Su mano subió y acarició mi pelo.

—¿Estás bien? —preguntó suavemente.

Tomé aire una vez más y asentí. Sus dedos siguieron acariciando mi pelo y le abracé un poco más fuerte, disfrutando de la sensación. 

Oímos unos pasos y voces que se acercaban, por lo que nos separamos. Quedé apoyada en la pared de nuevo, viendo a un sonrojado Reiner mirando hacia el suelo y rascando su nuca.

Por unos momentos, mi corazón martilleó, queriendo acercarme a él de nuevo. Me sorprendí por mis sentimientos y abrí los ojos. 

Me impulsé con una mano sobre la pared y me escabullí de allí, dejando al rubio atrás.

Habían pasado dos días desde eso y no saqué el tema delante de nadie, ni siquiera hable con él. Cuando le veía, me marchaba con cualquier excusa.

Sabía que no podría hacerlo para siempre, pero no tenía mis ideas claras. 

Estos años atrás me había convencido de que no me caía bien, pero al estar cerca de él...

Mi corazón me obligaba a buscarle, a sentir de nuevo su calor. Pero mi cerebro sabía que eso era imposible. No quería admitir que tenía sentimientos por Reiner.

Por estar pensando en esas cosas, resbalé del árbol donde esperaba para utilizar mi equipo de maniobras tridimensionales.

No me dio tiempo a reaccionar cuando ya estaba cayendo, cada vez más cerca del suelo. Intenté disparar el gancho de mi equipo, pero unos brazos me atraparon en el aire, empujándome en la dirección en la que esa persona se dirigía con su equipo.

—¿Estás bien? —preguntó Connie, con un tono de preocupación.

Debido a la velocidad y dirección de Connie, no tardamos en chocar con el suelo. Rodé mi cuerpo en el aire antes de chocar para proteger a Connie y me llevé la mayor parte del impacto. Rodamos por el suelo hasta quedar tumbados sobre él. 

Algunos cadetes y nuestro superior se acercaron.

—No debiste protegerme, se ve mal ese corte —dijo intentando tocar la herida de mi mejilla.

—Fue mi culpa, si no hubiera resbalado, no tendrías que haberme salvado. Gracias, por cierto.

Me tendió la mano con una sonrisa y la tomé. Me impulsé para levantarme del suelo cuando sentí una punzada en mi tobillo que me obligó a dejarme caer de nuevo.

—Ve a la enfermería, que alguno de los cadetes te acompañe —dijo nuestro superior, que había llegado hace unos momentos.

—Yo puedo acompañarla —dijo una voz profunda detrás de mí.

Reiner se dirigía a mí con paso decidido y quise haber muerto en la caída.

—Bien, entonces. Los demás vuelvan a lo suyo.

El rubio pasó sus brazos por debajo de los míos y me levantó. Me apoyé sobre mi tobillo sano e intenté andar a duras penas, cuando sentí una mano de Reiner sobre mi muñeca.

—Te llevaré.

—N-no, yo puedo...

—No digas tonterías, sube.

Me dio la espalda y se agachó un poco. Agarró mis piernas y pasé mis brazos con cuidado por su cuello.

Utilizó el equipo de maniobras para salir del bosque, con cuidado ya que llevaba peso extra.

Llegó a la linde del bosque y aterrizó suavemente. Comenzó a andar, con su vista al frente.

Ninguno de los dos habló. Mi corazón latía rápidamente mientras él aceleraba su paso.

—¿Puedo preguntarte algo?

La pregunta me pilló por sorpresa, quise evadirla, pero era imposible.

—¿Qué pasó el otro día? —dijo sin esperar mi respuesta.

—Y-yo... lo siento. Salí corriendo porque...

—No es eso, ¿por qué estabas así de mal? Me preocupaste mucho.

Agradecí que su pregunta no fuera por qué salí corriendo y le dejé tirado.

—Aún no lo sé. Me quedé sin aire y apenas podía respirar. Gracias por preocuparte...

—No es nada.

Siguió en silencio unos minutos más hasta que llegamos a la puerta de la enfermería. Me bajé de su espalda y se dio la vuelta para irse, cuando por fin habló.

—Aunque parezca que no me llevo bien contigo, lo cierto es que te tengo cariño.

En un rápido movimiento se dio la vuelta y dejó un beso sobre mi mejilla sana. Se alejó rápidamente, dejándome sorprendida.

La puerta de la enfermería se abrió y un enfermero me invitó a pasar, seguro que se preguntaría por qué estaba tan sonrojada.

•ꜱʜɪɴɢᴇᴋɪ ɴᴏ ᴋʏᴏᴊɪɴ• ⚔️ One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora