∆Nanaba∆

5.6K 315 46
                                    

—¿Y bien? —preguntó Hange.

—Me ha tocado a... Nanaba.

Miré nerviosa a mi amiga, que estaba sentada junto a los altos cargos del Cuerpo de Exploración.
Me sonrió y caminó hacia mí.

—Que suerte —dijo sonriendo y golpeando mi hombro con su puño levemente.

Miré rápidamente a todo el grupo y vi a Erwin junto a Levi, ambos tenían una pequeña sonrisa, lo que me dejó algo confundida.

Hange nos condujo hasta el almacén de equipamiento junto a las cabañas de los cadetes. Era un espacio bastante pequeño, además estaba aún más limitado por unas grandes cajas.

—Volveré en siete minutos chicas —canturreó la morena y me guiñó un ojo, sabiendo lo nerviosa que estaba.

Nanaba estaba bastante tranquila. Era normal, ya que éramos amigas desde antes de entrar al ejército.

Nos críamos en el mismo pueblo y debido a los problemas que tenía con su padre, se quedaba de vez en cuando a dormir en mi casa.
Nuestra amistad sé fortaleció mucho y llegamos a la misma decisión: entrar en el Cuerpo de Exploración.

Era una decisión bastante impopular en nuestro pueblo, pero nuestras ideas eran bastante locas cuando nos juntábamos.

Fuimos de las mejores de la promoción y no tardamos en ascender en el cuerpo.
Pronto estuvimos dentro de los mejores escuadrones.

Era obvio que empecé a sentir algo por ella.
De pequeña me convencía que eran sentimientos confusos y que ella era como mi hermana. Pero descubrí que en el fondo la amaba, y no solo como amiga.

Fue muy duro verla salir con chicos, verla hacer cosas que yo quería hacer con ella.
Pero tuve que controlarme y aceptar que nunca podríamos ser nada más que amigas.

Pensaba eso hasta que me hice amiga de Hange.
Ella me animaba a decirle lo que sentía, y en cierto modo me subió la autoestima. Estuve a punto de decírselo en muchas ocasiones, pero nunca reuní la fuerza necesaria.

Por ello, pensé que Hange había echo trampa de algún modo y por eso salió el nombre de Nanaba.

Salí de mis pensamientos cuando sentí unos brazos rodearme.

—Que suerte que haya salido mi nombre. ¿Te imaginas que hubiera salido el de un cadete? —rió—. Sería muy incómodo por... ¿Estás bien?

A pesar de la oscuridad de la habitación, pudo ver mi expresión de preocupación.

—¿Qué? Oh, si. Sólo pensaba...

—Eso es peligroso —dijo apoyándose en la caja que había detrás de ella—. ¿De qué se trata?

—Pues... Yo...

No tenía salida.
Mis manos sudaban mientras intentaba salir de esa situación.

—Yo tengo... una amiga.

—¿Una amiga especial? —dijo pícara.

—No. Es decir, si....

—¡Cuenta! —dijo zarandeado mi brazo con emoción.

—Tengo una amiga que... tiene un problema amoroso.

—¿La conozco? —dijo emocionada.

—Puede, no lo sé. El caso es que le gusta otra chica.

No era un plan infalible, pero podría salir del aprieto.

—¿Y ella lo sabe?

—Mi amiga no se atreve a decírselo, porque tiene miedo.

—Ya veo... pero si realmente le gusta debería lanzarse al amor. La vida es muy corta para estar arrepintiéndose.

Esas palabras me llegaron. Era cierto, por mucho miedo que tuviera debía arriesgarme.

—Ella tampoco sabe cómo declararse, ¿podrías aconsejarme? Es decir, para decírselo a ella después.

—Pienso que debe pasar sin más. Debería agarrar su mano, atraerla hacia ella y decirle lo que siente. Si esa chica le corresponde, la besará, estoy segura.

Su tono era soñador, Nanaba adoraba aconsejar sobre el amor.

—Gracias...

Mi susurró llegó a sus oídos y sonrió. Mi mano se acercó a la suya con cuidado, entrelazando nuestros dedos.

Desvió la mirada a mi agarre y luego a mi rostro.

—¿[Tn]?

Acerqué mi rostro y observé que ella no se apartaba. Rocé nuestras narices y miré sus labios rápidamente.

—Me gustas, Nanaba.

Escuché como contenía la respiración. Tomé su sorpresa como algo bueno, pero me preocupé al ver que no hacía nada más.

Me alejé unos centímetros y ella volvió a acercarse, esta vez eliminando el espacio entre nosotras.

Nuestros labios encajaron perfectamente y se movieron con suavidad.
Su mano se movió a mi nuca y profundizó el beso. Acaricié su mejilla y mi mano pasó por su cuello y acabó en su cintura.

Cuando metí la mano bajo su camiseta, noté su cálida piel, erizándose ante mi tacto.

En ese momento no pensé en nada más, solo en lo bien que se sentía besar sus labios.

Soltó mi mano y la llevó a mi cintura. Rodeándome con su brazo y pegando aún más nuestros cuerpos.

Nos separamos para respirar y me sonrió.

—Supongo que esa chica...

—Era lo único que se me ocurrió —reí.

—Te quiero... He estado esperando esto mucho tiempo —sonrió apoyando su frente contra la mía.

La puerta se abrió, dejando entrar la luz.

Erwin, Levi y Hange se encontraban frente a nosotras. Todos tenían pequeñas sonrisas.

Ahora comprendí las sonrisas del rubio y el azabache cuando saqué el nombre de Nanaba.
Ellos eran como unos padres para ella y sabían de sus sentimientos hacia mí.

Salimos de ahí de la mano y pasamos la noche y juntas. Mi brazo estaba sobre sus hombros y ella agarraba mi mano, jugando con mis dedos.

—Te quiero —susurró besando mi mano.

•ꜱʜɪɴɢᴇᴋɪ ɴᴏ ᴋʏᴏᴊɪɴ• ⚔️ One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora