𝑩𝒆𝒓𝒕𝒉𝒐𝒍𝒅 𝑯𝒐𝒐𝒗𝒆𝒓

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No pretendía visitar hoy a mi hermano después de su entrenamiento, pero mis pies se movieron solos.

Los candidatos a guerreros estaban en la puerta del cuartel, descansando un poco antes de irse a casa.

Mi hermano sonrió al verme y me abrazó rápidamente.

—No te esperaba hoy —dijo Reiner, aún con una sonrisa.

—Solo pensé en pasarme un rato para ver cómo os iba.

Intenté no desviar mi vista hacia Berthold. Sabía que si lo hacía, ambos nos avergonzaríamos y todos sabrían lo que pasó anoche.

•••

No era la primera vez que Reiner invitaba a su mejor amigo a casa.
Berthold pasaba muchos días en nuestra casa, por lo que también se convirtió en mi amigo.

Mi madre y yo estábamos en la cocina cuando Reiner apareció para coger dos vasos de agua e irse de nuevo.

—¿Queréis algo en especial para cenar? —preguntó mi madre.

—No, mamá. Lo que te apetezca —caminó unos pasos más y se volvió hacia mí—. ¿Quieres venir, [Tn]?

Sonreí, levantándome de la silla junto a la ventana y le seguí.

A pesar de tener un año más que Reiner, me llevaba bien con sus amigos.
Por ello, cuando entré a la habitación, Berthold sonrió.

—Hola, [Tn], ¿qué tal? —dijo algo nervioso.

Mi hermano tenía una sonrisa cómplice. Realmente no sabía qué planeaba.

Estuvimos un rato hablando, sin centrarnos en algo en especial. Pero de un momento a otro, Reiner nos dejó solos para ir a hablar con mamá.

Él estaba en silencio, jugueteando con sus dedos mientras yo me asomaba por la ventana, viendo a la gente pasar por la calle.

—[Tn]... Tengo algo que decirte...

Me di la vuelta para mirarlo, pero en ese momento apareció mi hermano.
Se quedó en silencio, con un notable sonrojo, y no volvió a hablar en un buen rato.

Parecía que lo que tenía que decir era importante, pero supuse que no quería decir nada frente a mi hermano.
Eso me hizo pensar en qué cosa no podía decirle a su mejor amigo, pero si a la hermana de su mejor amigo.

Un pensamiento me cruzó la mente y me sonrojé solo de pensarlo.
Alejé rápidamente mis pensamientos y me centré en la conversación.

Después de cenar, los chicos se dirigieron de nuevo a la habitación del rubio, quien preparó otra cama para que ambos durmieran cómodos.

Yo estaba en mi habitación.
Cuando apagué la vela y aparté la manta para entrar en mi cama, la puerta se abrió rápidamente.
Alguien entró y cerró la puerta.

—¿Quién es?

—S-soy yo —reconocí la voz de Berthold.

Se acercó a mí y pude verle por la tenue luz que provenía del exterior.

—¿Ya me dirás lo que querías decir antes?

Él asintió, nervioso.
Se acercó un poco más a mí.

—Tú me... m-me gustas, [Tn]. Sé que no compartes estos sentimientos, pero quería que lo supieras.

Hubo unos segundos en los que la habitación se quedó en silencio y él suspiró, antes de inclinarse hacia mí.

Sus labios rozaron los míos durante unos segundos y luego se separó, sonrojado.
Sin decir nada más, salió de la habitación.

•••

Tras eso, había pensado mucho y llegué a la conclusión de que me gustaba Berthold.

Intenté no mantener un contacto visual directo, pero notaba su mirada sobre mí.
En cuanto le miré, apartó la mirada.

—Será mejor que volvamos a casa, se hace tarde —advirtió Zeke.

Los candidatos comenzaron a caminar hacia casa.
El pelinegro y yo nos quedamos al final del grupo, algo distantes de su conversación.

—Yo... siento lo de anoche —se disculpó

—No lo sientas —dije sonrojada.

—¿Acaso tú...? —se sonrojó—. ¿Te gustó el... beso? —susurró para que solo yo lo oyera.

Asentí lentamente y él se sorprendió.
Paró de caminar y el grupo siguió andando, ajeno a lo que hablábamos.

—¿Significa eso que te gusto? — volví a asentir—. ¿En serio?

Reí y tomé su mano.
Él se sonrojó y apartó la vista.

—¡Chicos! ¿Qué hacen ahí atrás? ¡Vengan! —gritó Porco.

Berthold corrió, aún tomando mi mano.
Miró hacia atrás, sonriéndome. Fue una de las escenas más bonitas que vi en mi vida.

Volvimos a encontrarnos con el grupo, el cual se hizo más pequeño conforme se marchaban hacia sus casas.

Reiner y yo acompañamos por último a Berthold, quien nos agradeció antes de entrar en su casa.

—¿Entonces, Berthold lo hizo?

—¿El qué?

—Decirte lo que siente.

Le miré sorprendida y él me sonrió.

—¿Lo sabías?

—Desde el principio —alardeó—. Es claro que os gustáis. Era obvio para todos excepto para vosotros dos.

Agaché la mirada, avergonzada.

—Aprovechad del tiempo que os queda. El mes que viene será la ceremonia de traspaso y después de eso no os veréis en un tiempo.

—Lo sé...

Berthold y yo comenzamos a salir un poco después. Ambos éramos principiantes en eso de las relaciones, así que fue algo incómodo cuando nuestros amigos nos dijeron que no parecíamos pareja.

Con un poco de práctica, nos acostumbramos al contacto físico y ya se nos hacía normal tomarnos la mano al andar o despedirnos con un abrazo —ya que Reiner se negaba a ver a su hermana besarse con su mejor amigo—. 

Cuando finalmente heredaron los titanes y tuvieron que ir a la misión, me despedí de ellos en el puerto.
Toda la gente al rededor se alegraba de que por fin se pusiera en marcha la misión para conquistar Paradis, pero yo estaba preocupada.

—Cuídate —dije abrazando a mi hermano.

—Lo mismo digo.

Al separarme de él, dirigí mi vista a Berthold, que tenía algunas lágrimas en sus ojos.

—Te echaré de menos —dijo acercándose a mí.

Abracé su cuerpo, hundiendo mi cara en su pecho, ya que era mucho más alto que yo.
Me separó un poco y agarró mi barbilla para dejar un suave beso sobre mis labios.

—Volveré, solo cuídate hasta entonces —susurró.

—Chicos, eso es asqueroso —dijo Reiner.

Unos minutos después, vi cómo se alejaba el barco, que lentamente cogía velocidad para llegar a su destino.

—Vuelve...

•ꜱʜɪɴɢᴇᴋɪ ɴᴏ ᴋʏᴏᴊɪɴ• ⚔️ One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora