𝑭𝒖𝒓𝒍𝒂𝒏 𝑪𝒉𝒖𝒓𝒄𝒉

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Corrí hasta un callejón sin salida y miré hacia atrás. No vi a nadie, pero escuchaba los pasos acelerados de mis perseguidores.

Un grupo de hombres me seguía por haberme colado en un bar sin tener la edad necesaria, aunque más bien fue por insultarles. 

Escalé unas cajas y llegué al tejado de aquella casa abandonada. Me agaché y esperé a que se fueran. 

Cuando ya estaban bastante lejos, me levanté y caminé por el tejado. Noté como crujía bajo mis pies, por lo que tuve mucho cuidado. Finalmente, el suelo cedió bajo mis pies y caí al interior de la casa. 

El polvo se levantó por mi caída y llegué a ver un pequeño pájaro antes de desmayarme por el golpe.

Me desperté por un zarandeo. Estaba sobre alguien. Alguien me cargaba sobre su espalda.

Mis brazos se movieron, abrazando suavemente el cuello de aquel chico.

—Furlan...

—[Tn], te llevaré con tu hermano.

Arrugé el ceño y cerré los ojos, sintiendo un gran dolor en la espalda. 

La próxima vez que me desperté estaba tumbada de lado en una cama. Sus sábanas eran suaves y su olor era muy familiar.
Me moví un poco, pero sentí mi torso inmovilizado.

—Oi, no te muevas.

La voz de mi hermano me hizo desviar la mirada a la puerta.

Tenía los brazos cruzados mientras se acercaba a mí.
Se arrodilló junto a la cama y me tumbó de nuevo.

—Eres tonta, ¿verdad? Te dije que no fueras por ese lugar.

—Creí que confiabas en mí.

—Lo hago, pero también me preocupo. Si no hubiera sido por Furlan, te habrías quedado ahí tirada.

Como si lo hubiera invocado, apareció por la puerta con un pañuelo en su cabeza. Suponía que había tenido que limpiar todo el polvo que habíamos dejado después de entrar.

Me sonrió y entró en la habitación. Dio la vuelta a la cama y se puso detrás de mí. Cuando quise moverme, una mano en mi hombro me lo impidió.

—Te has hecho bastante daño, será mejor que no te muevas —advirtió el rubio.

Levantó un poco mi camiseta y revisó el vendaje que había alrededor de mis costillas.

—Ayúdame a cambiar las vendas —dijo mirando a Levi.

Él asintió y me ayudó a incorporarme. Quedé sentada en la cama, sujetando mi camiseta para ayudarles.

Las vendas se aflojaron cada vez más, hasta que ya no estuvieron a mi alrededor.
Agaché la mirada y vi mis costillas bastante amoratadas. Además, cuando Furlan pasó sus dedos por mi espalda, reprimí un grito de dolor.

—¿Cuánto llevo dormida? —dije mirando a la ventana. Aunque sabía muy bien que en la ciudad subterránea nunca llegaba el sol, por lo que era imposible saber siquiera la hora.

—Un día, los demás también están preocupados. Les diré que has despertado —dijo mi hermano para después salir de la habitación.

Furlan seguía tras de mí, haciendo un nudo el las vendas para mantenerlas sujetas.

—Me habías preocupado, mucho.

Su voz sonaba seria. Nunca lo había escuchado así.

—Oi, ese barrio no era tan peligroso, me caí cuando...

—No vuelvas a darme un susto así —dijo retirándose y caminando hacia la puerta.

—¿Pero qué te pasa? Sé cuidarme sola.

Salió de la habitación sin decir nada. Me quedé allí sentada, sin saber qué pensar.

¿Qué diablos le pasaba a ese idiota? Es verdad que estarían preocupados cuando no regresé a casa, pero ya estaba bien... más o menos.

El resto del grupo se alegró de que estuviera bien, por lo menos eso fue lo que dijo Levi antes de obligarme a dormir.

—No tengo sueño, no puedo...

—Buenas noches, dije —cerró la puerta tras de sí, haciendo el menor ruido posible.

Apenas sentía el hombro, pero no podía moverme de aquella posición, si no me dolería aún más mis heridas.

Permanecí en esa posición, mirando hacia la puerta. Pasó una eternidad cuando unos pies interrumpieron la poca luz que se colaba bajo la puerta.

Se abrió lentamente y pude ver a Furlan, mirando a su espalda, antes de cerrar la puerta y dirigirse a mí.

—No puedes dormir, ¿eh? —susurró.

—Exacto.

No dijo nada, solo agarró mi brazo y me ayudó a incorporarme. Me levanté y me guió a la ventana.
Se sentó en el lado izquierdo, dejando una pierna sobre el alféizar y la otra apoyada en el suelo. Me subí al alféizar y me senté en él, con las piernas colgando desde la altura de la vivienda.

Agarró una de mis manos y me recargó contra él.

—Cuando te vi ahí tirada... pensé que te había perdido.

Sonreí de lado y le miré. Tenía una expresión de preocupación, así que acaricié su mejilla para tranquilizarle.

—Te hice una promesa. Iríamos al exterior juntos, ¿recuerdas?

—Yo...

—Pronto saldremos de aquí. Y cuando lo hagamos podremos decirle a mi hermano lo nuestro, así al menos podremos huir de él —reí.

—No creo que podamos huir para siempre dentro de unos muros —siguió la broma—. Nos acabará matando.

Reí y besé su mejilla. Sonrió, apoyó su cabeza sobre la mía y rodeó mi cuerpo con sus brazos, teniendo cuidado de no tocar las vendas o mis heridas.

Pasamos unos minutos sin decir nada, solo disfrutando de la compañía del otro. Mis párpados comenzaron a pesar y acabé durmiendo en sus brazos.

Me desperté por unos besos en mi cara. Sonreí y miré unos ojos azules que me miraban con cariño. Besé a Furlan, pero me detuve al escuchar unos golpes en la puerta.

—Voy a entrar —dijo Levi al otro lado.

Furlan y yo nos miramos y nos alejamos de la ventana. Me dirigí a la cama, pero él agarró mi muñeca y me paró, poniéndome de espaldas a él y levantando mi camiseta.

Levi entró y nos vio con el ceño fruncido. Furlan disimuló, pretendiendo que Levi creyera que revisaba mis vendajes.

—Parece que no hay que cambiarte las vendas —dijo el rubio cuando Levi abrió la boca para hablar.

—¿Te sigue doliendo? Puedo prepararte un té si lo necesitas —dijo el azabache con un tono casi paternal.

—Me encantaría, gracias —dije amable.

Salió de la habitación y suspiré, girándome para ver a Furlan.

—Por poco —sonreí.

—Sinceramente, no estoy preparado para decirle a Levi que estoy saliendo con su hermana.

—¿Qué? —se escuchó una voz desde la puerta.

Esto iba a ser malo.

•ꜱʜɪɴɢᴇᴋɪ ɴᴏ ᴋʏᴏᴊɪɴ• ⚔️ One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora