Capítulo 2

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Mila Abbott

Me pregunto si la profesora Sprout sabrá donde puedo conseguir una semilla de dedalera, aunque si la tuviera dudo que me la diera. La dedalera es una planta hermosa, de flores rojizas y ligeramente caídas, en forma de campana. Realmente son bonitas, pero terriblemente venenosas. Aunque dudo que no tengan en el castillo, es casi seguro que Slughorn la utiliza en algunas pociones.

—Oye tú — escucho a mis espaldas, pero decido ignorarlo y continuo con mi camino, hasta que una mano fuerte sostiene mi brazo y hace que me detenga. — Tranquila mujer, sólo quiero hablar.

Sirius Black. Sirius Black me está sosteniendo el brazo, con su fuerte mano decorada con algunos anillos, entre ellos uno queresalta por sobre el resto, con una piedra ligeramente verde.

—Eres Mila, ¿no?

Asiento y retrocedo nerviosa soltandome de su agarre.

—Hemos visto que eres muy buena amiga de Lily Evans y necesitamos tu ayuda — sigue diciendo. —Será sólo un momento y juro que nadie saldrá herido en la conquista de tu amiga.

—¿Conquista?

—Para de hablar Sirius — le ordena Remus Lupin negando con la cabeza. Es casi tan alto como el pelinegro, pero su cabello luce mucho más arreglado, al igual que su uniforme y tiene unos ojos suaves y cafés como el chocolate. — Mira Abbott, sólo queremos ayudar a nuestro amigo.

—Bueno, creo que Lily ha sido bastante clara con respecto a James — respondo.

—Ella no sabe el bombón que se está perdiendo — comenta Sirius. — Después de mí, James es el mejor partido que se puede encontrar, mucho mejor que Quejicus.

—No creo que ella esté interesada en ningún Quejicus, o por lo menos no me ha hablado de él, pero ¿Quién le pondría Quejicus a su hijo?

Sirius me mira confundido, como si todo lo que acababa de decir estuviera fuera de su comprensión, sin embargo, es la mirada de Remus la que llama mi atención. Sus ojos castaños me observan divertidos y tiene una media sonrisa que estira a una delgada cicatriz cerca de sus labios.

—Se refiere a Severus — me explica el castaño aun sonriendo. — Es una forma de decirle.

—Vaya forma de llamarle — comento volteando los ojos. — En ese caso, no, no creo que Lily esté interesada en Severus de esa forma.

De Severus no puedo asegurar lo mismo. No entiendo como es que no se ha percatado la pelirroja de aquella discreta adoración que el pelinegro le profesa. Claramente no es tan obvio como la de James Potter, pero apostaría a que posiblemente le gusta en la misma cantidad, si no es que más. Después de todo, se conocen desde antes de entrar a Hogwarts, no dudo que sea un sentimiento guardado en el pequeño corazón de Severus Snape durante todos estos años. 

—¿Entonces sabes que podemos hacer para que tu amiga quiera salir con nuestro amigo?

Los castaños ojos de Remus me miraban esperanzados. Entonces Sirius, que había dejado de prestarnos atención por un momento dijo:

—Hablando de Severus, si le regalo un arbusto puntiagudo, ¿creen que se moleste? — su pregunta nos sorprende a Remus y a mí. —¿No lo matará o sí?

—No, Sirius, no lo matará, pero dudo que le guste — le contesta el otro chico.

—¿Hay alguna forma para que impida que lo pique?

—Un hechizo impedimenta — respondemos al mismo tiempo. Me sorprende que sepa ese dato.

—Son igual de raros — dice Sirius.

[En Edición]Los Merodeadores: EncuentrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora