Capítulo 19

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Remus Lupin

Tengo el ojo hinchado y un rasguño en la mejilla. No recuerdo mucho de lo que pasó anoche, pero James y Peter se han encargado de explicarme cuando desperté en medio del bosque prohibido con la ropa hecha jirones.

Anoche James me convenció de pasar la noche en el bosque, al principio ni Peter, ni Sirius estuvieron de acuerdo, pero siendo honesto el argumento de James fue demasiado convincente. Correr libre por el bosque y sentir el viento frío de la noche contra el rostro, mientras la luz de luna ilumina nuestro camino, esas fueron sus palabras. No sucederá nada malo, nadie se atrevería a salir del castillo a esa hora y menos con este frío. Al parecer estaba en un error.

James me ha pedido más disculpas de las que soy capaz de tolerar, cree que es su culpa, pero la única culpa es mía, por irresponsable, por irracional. Mila pudo haber muerto por mi culpa, si tan sólo no hubiera sido por esa fuerza misteriosa que me detuvo. Ninguno de los chicos pudo explicar ese momento. James y Sirius me detuvieron varias veces, pero no utilizaban tanta fuerza y sé que no son ellos los que me han dejado las heridas del rostro.

—¿Dónde está Sirius? — pregunto cuándo salimos del bosque.

—No nos siguió cuando te echaste a correr, se quedó atrás y no lo volvimos a ver — responde Peter. — Tal vez fue para acompañar a Mila.

Suelto un largo suspiro y aprieto el puente de mi nariz cansado.

—Ni siquiera sé cómo se lo voy a explicar a Mila.

—Ella no sabe que eres tú — comenta Peter sutilmente. — No se lo digas.

—Pero ella ha visto a Sirius — dice James. — Aunque si quieres le puedes no decir.

Es una idea tentadora, ella no tendría ni idea de lo que soy, no hay nada que la lleve a confirmar eso. Podría no decir nada y continuar con mi vida como si nada hubiera pasado. Ella lo vería como un suceso aterrador que pasó en el bosque prohibido.

—Venga tenemos que ir con Pomfrey a que te revisé ese ojo — me dice Peter palmándome los hombros.

En silencio y evitando los pasillos concurridos para que los demás no se queden mirando como estúpidos, llegamos a la enfermería. A las afueras está Dumbledore conversando con la demente de Roxanne y Regulus.

—Quiero verla — exige en voz alta la Slytherin.

—Lo siento señorita Malfoy, pero ya hay alguien dentro y dudo que a la señorita Pomfrey le guste tener a más de una persona ahí adentro, ya sabe cómo es — contesta el director con un tono sereno.

—Dígale a Sirius que salga, ahora mismo, para que pueda entrar.

—Vámonos Roxanne, volveremos al rato— dice Regulus claramente frustrado por el numerito de la chica.

—Esa me parece una excelente idea señor Black — le dice Dumbledore. Roxanne mira desafiante al director y me sorprende el temperamento tan intenso que tiene, no puedo entender cómo es que los chicos Black sepan tratarla, ambos pueden llevar una conversación sin terminar muertos en el intento. Regulus la toma del brazo y la acompaña por los pasillos intentando calmarla. Dumbledore no voltea a vernos, pero sabe que estamos a sólo unos metros de él y con un movimiento de cabeza nos ordena que lo sigamos por el umbral de la enfermería.

Las camas están vacías, a excepción de una al fondo y cerca de la ventana, las cortinas la cubren y no dejan ver a las personas en su interior. La señora Pomfrey me dedica varios comentarios desaprobatorios por el aspecto que tengo, pero no tarda más de diez minutos en dejarme mucho más presentable. La mayor parte del tiempo Dumbledore se niega a mirarme y algo en mi interior me dice que sabe lo que ha pasado anoche. Los nervios comienzan a recorrer mi cuerpo haciendo que mi pierna se mueva impaciente y mis manos comiencen a temblar ligeramente.

[En Edición]Los Merodeadores: EncuentrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora