Capítulo 18

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James Potter.

Me he arrepentido de muchas estupideces que he hecho a lado de mis amigos, varias veces hemos salido castigados y al momento de enfrentar las consecuencias nunca he deseado no haber hecho algo, hasta hoy. Molestar a Quejicus no había supuesto problema, sabíamos que nos odiaría el resto de su vida, pero eso no me importaba en lo más mínimo, sólo quería divertirme un rato con los chicos. Sin embargo, aquella diversión que creía tener se esfumó en cuánto los ojos verdes de Evans me miraron desilusionados y tristes. Se había marchado después de que ese idiota de Quejicus le dijera sangre sucia. No podía dejar que la tratara de esa manera y menos cuando se solía llamar su amigo. Según Mila, Quejicus fue a disculparse con Lily y a pesar de que lo ha perdonado, nada ha vuelto a ser lo mismo desde entonces, y ahora tampoco luce muy contenta conmigo. Se aparta cada vez que puede y evita cualquier contacto conmigo o cualquiera de mis amigos, ya ni siquiera Remus, que tenía entendido era el que más le agradaba.

—Tienes que ayudarme Mila — le pido suplicante mientras caminamos. Ella también se ha distanciado de nosotros, creo que al final del día ha elegido a su mejor amiga sobre nosotros. No la culpo.

—No James. Está vez fueron demasiado lejos.

—Por favor, sólo quiero decirle que lo lamento...

—¿Qué parte de todo James? — pregunta frenando el paso. — ¿Qué te burlaras de su amigo? ¿Qué por tú culpa y la de tus amigos ahora ha perdido a Severus?

—Nosotros no hicimos eso, fue él quien usó ese término, no lo obligamos a nada.

—Al final del día sucedió y los únicos culpables que ella ve son ustedes — aprieta el puente de su nariz cansada. — Déjala en paz James.

—Mila... — la llama otra persona, es Remus, que la mira ansioso. Lo conozco más de lo que le gustaría y sé que la distancia que la Hufflepuff ha puesto entre nosotros le duele de alguna forma. — ¿Podemos hablar? Será sólo un momento.

—Abbott, no tenemos todo el día — dice Regulus a nuestras espaldas. Ha aparecido de la nada, como una sombra entre la oscuridad. Mila voltea a ver una vez más a Remus y baja la cabeza para romper el contacto. Después y sin decir más, comienza a caminar hacia Regulus quien nos dedica una mirada fulminante, juntos desparecen entre el resto.

Remus suspira y camina en dirección opuesta a nuestra próxima clase. Silenciosamente lo sigo. Es curioso, él único que parece no tener remordimiento es Sirius, porque hasta Peter se ha arrepentido al ver como Lily Evans me evita.

—No puedo creer que todavía tengan esas caras largas — comenta Sirius cuando llega al salón. — Ya se le pasará el enojo a Evans, y cuando eso suceda Mila también volverá. No sé por qué están tan alterados.

—Ojalá fuera tan sencillo — susurro.

—Si tanto te molesta, ve a cobrarle la apuesta. Después de todo ganaste tú — comenta sentándose y poniendo los pies sobre el escritorio. — Y una apuesta es una apuesta.

—Podrías intentarlo — sugiere Peter. — Sólo no lo digas como lo diría Sirius.

Podría enfrentar a todas la criaturas del Lago Negro, o hasta un maldito Colacuerno, si eso fuera suficiente para que le chica me perdonara. Lily está concentrada escribiendo en su pergamino y no alza la mirada cuando estoy frente a ella. Sus ojos están hinchados y tiene los labios partidos como si se los hubiera estado mordiendo. Un nudo se me hace en la garganta y con trabajos logro decir algo.

—Lo siento Evans. No debí haberlo hecho — empiezo, pero ella sigue moviendo la pluma sobre el pergamino si escucharme. — Estuvo mal y siento que por esto tu amistad con Severus se haya visto afectada, no era mi intención. De ninguno de nosotros.

[En Edición]Los Merodeadores: EncuentrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora