Capítulo 41

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Remus Lupin.

—Nos van a expulsar si lo averiguan — digo para mí mismo, porque la chica a mi lado tiene la mirada clavada en la puerta del invernadero.

Mila se ofreció a ayudarnos con la distracción, pero no sé si es mi imaginación o la chica está enloqueciendo de verdad. Intenté preguntarle varias veces si estaba bien, pero lo único que hace es asentir levemente y cambiar de tema antes de que pueda decir otra cosa.

Estamos detrás de una columna vigilando la entrada del invernadero, aunque todavía no comprendo porque no entramos si está despejado y Mila tiene una llave. Aunque con ese humor que tiene, prefiero no cuestionarla y seguir sus instrucciones. Es ella la que sabe de plantas y la que nos conseguirá acceso a la oficina de Dumbledore, así que preferiría no cuestionarla.

Esperamos hasta que la profesora Sprout sale con una sonrisa satisfecha y se va por los pasillos sin voltear atrás. Mila camina asegurándose de que no haya nadie más alrededor y saca su llave para que ambos entremos. Todavía recuerdo cuando me trajo para robar las hojas de mandrágora, pero eso fue hace ya dos años y en ese entonces no queríamos hacer una explosión que podría causarnos una expulsión segura.

—¿Entonces estás segura de que no lastimaremos a nadie? — le pregunto nervioso mientras pasamos entre las plantas.

—No creo, nadie tiene que cruzarse en el camino y si hay alguien cerca no creo que muera ni nada parecido.

—Es bueno saberlo — mi nerviosismo es evidente, porque Mila voltea a mirarme con la ceja levantada.

—¿Quieres pensar en otra cosa?

Niego con la cabeza rápidamente y ella da la vuelta y me señala una pequeña caja, o por lo menos eso es lo que parece porque está formada por una extraña y misteriosa neblina que apenas deja ver los hongos explosivos.

Mila saca su varita y forma una neblina similar en su mano para poder atravesar y sostener uno de los hongos. Es pequeño, de un tallo completamente blanco y manchas rojo escarlata en la punta. Tiembla ligeramente y por un momento me invade el miedo de que explote aquí mismo y nosotros terminemos medio muertos en el suelo. Sin embargo, Mila no parece nerviosa en lo absoluto, o por lo menos no como yo. Al menos, uno de los dos parece estar seguro de lo hace y me alegro por eso.

—Estos hongos crecen en cualquier lado — explica la chica. — Se supone que la profesora Sprout se asegura de que no haya ninguno cerca del colegio, ya sabes, para que no termine explotando por accidente, pero estoy segura de que la última revisión fue a inicios de clases y estas cosas crecen muy rápido.

—¿Entonces por qué no hacen más expediciones para exterminarlos?

—Hay hechizos que evitan que crezcan, pero siempre hay excepciones — comienza a caminar despacio para no mover bruscamente a la bomba que trae entre las manos. — Este pequeño es nuestra excepción.

Le abro la puerta para que salga sin moverse demasiado y así pasamos todo el camino, entre los pasillos menos concurridos. Mila camina con mucho cuidado y su mano nebulosa no tiembla en lo absoluto.

—¿Cómo van las cosas con Regulus? — se me ocurre preguntar para romper el silencio, pero ha sido una pésima idea porque la chica se tensa y siento que el hongo va a explotar ahí mismo.

—Tuvimos una pelea.

—Ya veo. Siento haber preguntado — digo rápidamente. — ¿Estás bien?

—Remus, no creo que sea buena idea que me preguntes acerca de Regulus justo cuando sostengo esto porque podría acabar muy mal para los dos.

Al principio guardo silencio, pero siento que debería decir algo. Y las ganas de consolarle me invaden, aunque presiento que no lo necesita.

[En Edición]Los Merodeadores: EncuentrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora