Capítulo 37

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Los Mortífagos

Lord Voldemort pasa entre los cadáveres de magos impuros cuyo nombre desconocía. Tiene la varita de madera de tejo entre los dedos. Sus pies descalzos sienten la fría y dura madera, y algunos de los vidrios rotos pertenecientes a la ventana crujen por debajo de él.

En la puerta de la habitación lo espera su más fiel súbdita, con los cabellos revueltos y un aspecto escalofriante, tiene los ropajes negros bien ajustados y su pálida piel la hace parecer una muñeca de porcelana. A su lado, está el esposo de la chica con varita en mano y una sonrisa de oreja a oreja mientras ve los cuerpos en el suelo, orgulloso de su trabajo.

—Vamos tarde mi señor — dice Evan Rosier.

—Nunca voy tarde Rosier, apréndete eso — contesta el Señor Tenebroso a su súbdito. Voldemort admira una última vez lo que para él es una hermosa escena prueba de su gran poder. — Bellatrix, pon la marca.

—Con gusto, mi señor — dice sonriente la mujer. De su capa saca una varita curveada de nogal y con ciertas runas sobre ella. Camina hasta quedar en el centro de los cadáveres y alza su varita con cierta gracia mientras la poca luz que entra por la ventana la ilumina. —¡Morsmordre!

Un rayo fantasmal de color verde sale disparado hacía arriba rompiendo el techo sobre ellos. Rodolphus, su esposo, levanta su varita para evitar que la madera rota del techo golpeara a su esposa y la hizo a un lado con en un rápido movimiento, dejando el cielo despejado para observar como el rayo de Bellatrix comienza a llenar el cielo de una bruma verdosa que posteriormente se transforma en una enorme calavera de un suave color esmeralda y una serpiente que comenzaba a salir de su boca suplantando a la lengua.

—Vámonos. Lucius nos espera.

El mago de tez pálida como el mármol desaparece junto con sus aliados y vuelven a aparecer en una casa grande y elegante, con grandes pinturas en las paredes y montones de artefactos de magia negra.

Es la casa de los padres de Bellatrix, una de las casas de la familia Black. Ahí ya estaban reunidos la mayoría de los seguidores esperando pacientemente a su señor. William Parkinson, acompañado de su esposa Elizabeth Avery, Teresa Rosier, hermana de Evan y además esposa del gran mago Theodore Nott. Igor Karkarov, alejado del resto junto con Liam Zabini, con quien discutía en voz baja. Por último, Lucius Malfoy sujetando la mano de su prometida en un discreto gesto.

Voldemort camina hasta tomar asiento en la cabecera de la mesa, a su lado derecho está Bellatrix, quien se había ganado ese puesto gracias al montón de muertes que había cobrado en su nombre, al igual que Theodore Nott, a quien su puesto en el Ministerio no le había impedido ser implacable en su trabajo para el Señor Tenebroso.

—La Orden tiene cada vez más integrantes — dice Theodore Nott molesto.

—Es tú misión impedir eso Nott — lo regaña Voldemort. — Pensé que reclutar aurores era lo que hacías dentro del Departamento de Seguridad.

—Eso hago señor, pero he estado cubriendo las huellas de magos más desastrosos — replica mirando a Bellatrix.

—¿Qué paso con la chica Spinnet? — pregunta Bellatrix sonriente. —Escuché que también forma parte de la Orden. Al parecer el idiota de Longbottom logró complacerle más que tú, Nott.

La mesa comienza a reír, a excepción de Theodore Nott y su esposa Teresa. Voldemort los hace callar y comienzan a poner diferentes asuntos sobre la mesa. Las cuestiones políticas de William, que siguen en trámite desde hace ya varios años. Mientras que su esposa, Elizabeth es la gran arma secreta del Señor Tenebroso. Su gran y única habilidad dentro de la magia negra, tan asombrosa como peligrosa. Por último y para terminar la discusión Lucius Malfoy saca una carta de su bolsillo y se la tiende al señor Tenebroso para que sea capaz de leerla.

[En Edición]Los Merodeadores: EncuentrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora