Capítulo 45

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Remus Lupin.

Abro los ojos súbitamente y veo la madera vieja y de un color oscuro que cruje sobre nuestras cabezas. El cuerpo me tiembla, la piel desnuda de mi espalda reposa contra el frío suelo. Apenas puedo moverme, pero entonces siento una mano en mi hombro para que me enderece, Sirius y James me sostienen de los brazos con cuidado. El cansancio se apodera de mí y por un momento siento que voy a caerme, pero los chicos me sostienen con fuerza para que eso no suceda.

—Venga, Lunático. Hay que ir a fuera con Abbott — dice Peter.

Caminamos lo que a mi me parece una eternidad por el túnel hasta que logramos ver el inicio de un nuevo día, el sol apenas saliendo en el horizonte, iluminando el cielo de un color anaranjado y provocando su reflejo en las aguas del Lago Negro. Probablemente eso sea lo único bueno de la licantropía: los diferentes amaneceres de cada día.

Peter desactiva el Sauce Boxeador rápidamente y para cuando salimos veo a una chica de cabellos cortos correr hacia nosotros. Su expresión es de angustia y verifica cada parte de mi cuerpo para asegurarse de que estoy bien.

—No te lo sabrosees, Abbott — escucho decir a James divertido.

Mila lo ignora y me abraza súbitamente, enrollando sus brazos en mi torso desnudo. Cualquiera pensaría que el gesto me incomodó, pero la verdad es que hizo todo lo contrario. Suavemente me zafo del agarre de mis amigos y le devuelvo el abrazo.

Cada luna llena desde que se entero de lo que era, hace lo mismo. Espera pacientemente a unos metros del Sauce, la mayoría de las veces sola o con alguno de los chicos, y cuando es de día me da un abrazo como si hubiera estado preocupada la noche entera.

Al principio le insistí en que no hacía falta que se quedará toda la noche, siempre volvía al día siguiente, no había porque pasar un frío terrible entre los árboles del bosque, pero al igual que los chicos, Mila Abbott es testaruda y rechazó mi idea.

Aunque no me puedo quejar. La sensación de estar entre sus brazos y que siga preocupándose por mí, hace que el corazón se me acelere.

—Estoy bien, Mila — susurro en su oído.

—No quiero interrumpir — dice Peter incómodo. — Pero Remus sigue semidesnudo. Así que tal vez podrías darle la ropa y después seguir en lo suyo.

Mila se aparta apenada y asiente rápidamente. Saca un suéter café y una bufanda para cubrir mi desnudez del frío sereno de la mañana.

—¿Estás lista para el partido de hoy? — pregunta James a Mila en lo que me cambio.

—Siempre estoy lista — indica la chica.

—Es el último partido Abbott, tienes que ganarle a Slytherin — añade Sirius.

—¿Para qué ganarle, si Ravenclaw ya tiene la victoria asegurada? — pregunta Peter. — Nora tiene demasiados puntos de ventaja, ni Hufflepuff, ni Slytherin los alcanzaría.

—Pero es mejor que Hufflepuff quede en segundo lugar, que Slytherin — responde James volteándome a ver. — ¿Estás listo?

Con ayuda de Sirius y James camino despacio de vuelta hacia el castillo que todavía sigue en un silencio un poco aterrador. Nos detenemos frente al Gran Comedor porque es donde nuestro caminos con la chica se separan y como si ya lo supieran, los tres chicos discretamente nos dejan un poco de espacio.

—Gracias por acompañarme Mila — le digo con una sonrisa discreta.

—No fue nada, ¿cómo te sientes?

—Tengo un sueño terrible.

—Lo bueno es que hoy es sábado, puedes dormir el día entero, si te apetece.

[En Edición]Los Merodeadores: EncuentrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora