Capítulo 27

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Roxanne Malfoy

Algunos mechones se le han caído sobre el rostro, pero poco parece importarle mientras duerme sobre un libro de leyes mágicas. Su cuerpo se mueve suavemente al ritmo de su respiración y hay veces incluso que mueve los labios levemente como si estuviera hablando con alguien dentro de esa cabeza suya.

Suelto un suspiro al sentir el cansancio abordar mi cuerpo. Hemos pasado tanto tiempo entre las páginas que podría recitar cada ley mágica existente y aún así no hemos encontrado nada para ayudar a Nora. Mientras que ese idiota de Dumbledore sigue haciendo esfuerzos vanos en el Ministerio, o eso es lo que ha dicho McGonagall.

Le envié una carta a Lucius, notificándole lo que estaba pasando, mas nunca recibí respuesta de su parte.

Cierro los ojos un momento intentado calmar mi mente y pensar en una solución, pero lo único que veo es oscuridad una y otra vez. La veo a ella acurrucada en la esquina de una habitación oscura, sola y desamparada.

Escucho los gritos una y otra vez. Hasta que siento que alguien toca mi brazo delicadamente.

—Rox — susurra. —Rox, despierta. Es sólo una pesadilla.

Abro los ojos para notar a Sirius frente a mí, dedicándome una mirada preocupada. El par de ojos grisáceos que tiene son más cálidos de lo que uno esperaría y logran hacer que mi respiración se detenga unos segundos.

Ha puesto su suéter para rodear mi espalda, lo sé por el aroma a madera que emana de la prenda y también por esos horribles colores de los Griffindors.

—¿Estás bien? — pregunta casi en un susurro.

Asiento frotando mis ojos para poder enfocar bien el reloj en la pared de la biblioteca.

—¡¿Las 2 de la mañana?! —pregunto exaltada.

—Bueno te has quedado dormida mujer, no sé qué esperabas.

Hago lo posible por acomodar mi cabello y que no luzca tan desastroso como me imagino, cuando por fin noto lo poco que le importa a Sirius mi aspecto en este momento.

El chico mira la ventana aun sosteniendo el libro sobre el que hace unos minutos se había quedado dormido.

—Encontraremos la manera Black — susurro y él sólo asiente bajando la mirada.

—¿Crees que siga en Londres? Puede que ya esté en Nueva York y nosotros sigamos buscando en dónde no hay respuestas.

Podría ser. Podríamos ser un par de idiotas buscando respuestas en algo que va más allá de lo que podemos comprender. Por mi cabeza pasa la idea de darme por vencida y dejar que las cosas sucedan como deberían. Tal vez no fue más que una pesadilla aquella visión y las cosas no están tan mal como creemos.

Hasta que recuerdo aquella sonrisa discreta y cómplice de mis ideas. Su habilidad para leerme tan sencillo como lo hace con las páginas de sus libros. La manera en la que con su presencia puede calmar mi temperamento. O la forma en la que con sus palabras logra abrirme los ojos.

Es la única amiga que he tenido en realidad. La única chica que no ha intentado simpatizarme por ser una Malfoy o por la riqueza que acompaña al nombre. La persona que me seguiría hasta el fin del mundo sin dudarlo dos veces.

Miro nuevamente a Sirius y me pregunto si es aquella chica a la que conoció y por la que hace todo esto. Una ola de celos me invade ligeramente, aunque no sé muy bien la razón. Podría ser por la atención que Sirius le pone a cualquier cosa que tenga que ver con Nora, son amigos después de todo. O también se podría deber a la cercanía y confianza que tiene entre los dos, algo que Nora no había tenido más que con Regulus y conmigo.

[En Edición]Los Merodeadores: EncuentrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora