Run in the rain – Tom Grennan
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Nora Graves.
La maldición cruciatus es parte de una de las tres maldiciones imperdonables, consiste en causar un dolor agónico sobre la víctima. Vi una vez a mi tío abuelo usarlo contra un elfo doméstico por no hacer bien su trabajo. Los chillidos de dolor de la criatura me atormentaron por semanas, hasta que decidí darle una prenda para que fuera libre. El estúpido elfo no se lo tomó muy bien y me rogó que lo dejara quedarse.
¿Quién rayos desearía quedarse donde es torturado?
Al final tuve que conseguirle trabajo con Roxanne que vive a unas casas de la mía. Había olvidado al elfo desde entonces. No recuerdo haberlo visto en la mansión Malfoy las veces que la visité, debe ser porque nunca me percaté de los elfos que rondaban por la casa. Seguramente Krispy, porque así se llamaba el condenado elfo, quien seguramente me desprecia por haberlo despedido, no deseaba la libertad tanto como yo la quiero ahora.
Siento el sudor correrme por la frente, casi no puedo respirar y el cuerpo me pesa como si en realidad fuera de otra persona. El frío del piso me tranquiliza y hace que quiera quedarme en él por siempre, hasta que otro rayo impacta contra mi piel y me hace gritar tan fuerte que me hace cuestionarme cómo es que no me he quedado sin voz.
Las ganas de ver a Krispy me invaden de repente, quiero verlo, abrazarlo y decirle que es un idiota por permanecer en mi casa sirviendo al despreciable de mi tío. No tengo idea de la clase de pensamientos que cruzaran la mente de los elfos cuando son maltratados por sus amos. ¿Es acaso un amor incondicional que creen profesarle a sus amos? ¿O que no tienen otro lugar a dónde ir? Si yo fuera un elfo me gustaría ser libre y mandar al carajo a mis amos.
Quiero mandar al carajo a mi nuevo amo: Angus Fawley.
Es el subjefe del Departamento de Seguridad Mágica y su nuevo trabajo soy yo. De lo poco que he escuchado por detrás de la puerta el Departamento encargado de las Criaturas Mágicas, no me quiere dentro de sus archivos porque me consideran una amenaza, así que dejaron el trabajo sucio para el Departamento de Seguridad y Angus Fawley es sólo el encargado de hacer lo que el otro departamento no quiso.
Intenté mandar un mensaje de ayuda, pero ni siquiera sé si ha funcionado. El Señor Tenebroso me dijo que era hábil para la Legeremancia, pero nunca en mi vida he practicado y la vez que el Señor Tenebroso me dejo leerle la mente fue más porque él puso lo que quería que viera frente a mí y no tanto porque yo hiciera un esfuerzo realmente.
Recuerdo haber leído que puedo introducir visiones en la mente de otras personas, eso intenté hacer, pero no tengo idea si ha funcionado, lo dudo mucho, porque si no yo ya no estaría aquí. A menos que decidieran dejarme aquí a enloquecer sola.
Dumbledore puede que ni siquiera recibiera el mensaje, él es un gran mago en el arte de la Oculmancia y dudo que deje que una niña de mi edad ande jugando con su mente. Es por ello por lo que elegí enviar el mismo recuerdo a Sirius y Roxanne, pero eso fue hace semanas y todavía no veo nada más que este horrible cuarto obscuro.
—Esto tal vez te enseñé a no ser un fenómeno — dice Angus apuntando con su varita de nuevo.
Lo detesto.
Quiero tener mi varita y regresarle el hechizo para que su agonía y su dolor sean la música que mis oídos quieren escuchar.
Entonces tocan la puerta y el dolor se detiene. No quiero abrir los ojos porque cuando los cierro siento que estoy en la escuela de nuevo. Con Roxanne y Regulus peleando como de costumbre, o el tonto de Thomas Avery haciendo cualquier cosa para llamar mi atención. A veces también pienso en Sirius, pero de todos es en el que más me duele pensar y desconozco la razón. Sólo sé que cuando lo vuelva a ver, si es que alguna vez lo vuelvo a ver, tendré las agallas suficientes para decirle lo que siento.
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[En Edición]Los Merodeadores: Encuentros
FanfictionJames Potter, Sirius Black, Remus Lupin y Peter Pettigrew, son el grupo de revoltosos, conocidos como los Merodeadores. Cuatro chicos que harán lo que sea el uno por el otro. Severus Snape, Lily Evans y Mila Abbott, los chicos reservados y intelig...