Capítulo 16

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Sirius Black

Busco a Nora por todos lados hasta que la encuentro en el patio con un pesado libro entre las manos, no hay nadie a su alrededor, quiero pensar que es porque así lo desea. Mueve los labios a medida que lee, mas ningún sonido sale de su boca. Es en cierta forma linda la manera en la que se concentra y mueve la pierna impaciente.

Las cosas han estado extrañas entre nosotros, principalmente por el hecho de que parece ser más amiga de James que mía, mi amigo dice que estoy celoso, pero creo nunca había escuchado una idea tan estúpida. No estoy celoso. No debería. Nora Graves puede ser amiga de quien le plazca y eso no debería importarme en lo más mínimo.

—¡Nora! — la llamo acercándome. — ¿Qué haces aquí con este frío?

La Ravenclaw me voltea a ver e intenta invocar una sonrisa, pero parece triste y hasta ajena a lo que la rodea.

—El frío es un buen acompañante.

Me siento a su lado y tomo una de sus manos. Está fría como el mármol.

—Buen acompañante si quieres morir congelada — le digo, sin soltar su mano y la jalo para volver a la calidez del castillo. Nora no se niega y me sigue en silencio por los pasillos hasta que llegamos a la puerta de la biblioteca. — ¿Estás bien?

—¿Qué? ¿Por qué preguntas?

—No han dicho más de dos palabras. Ni siquiera te veo emocionada.

—¿Emocionada?

—La tormenta, la de hace dos noches. Fue fantástico Nora, de verdad. Los tres lo logramos, me habría gustado que estuvieras ahí para verlo, te hubieras sentido orgullosa — mi sonrisa se borra en cuanto la expresión de Nora se torna triste. — Hiciste tu transformación, ¿verdad? ¿Pasó algo malo?

Aparta la mirada y niega con la cabeza. Siento que el pecho se me oprime al verla así.

—No la hice.

—Bueno, no te preocupes. Creo que la siguiente tormenta será pronto. Puedo acompañarte y te ensañaré el bosque. Es hermoso, no tienes idea, el viento contra el rostro y los árboles a tú alrededor, es de cierta forma embriagador, te encantará, es simplemente...

—No haré la transformación.

—¿Qué? ¿Por qué no? — de los cuatro ella es la que más merece transformarse. — Llevas tres años preparándote, no puedes darte por vencida, no cuándo estás tan cerca.

—Basta Sirius — pide poniendo una de sus manos sobre mi pecho. — Déjalo ya.

Nuestros ojos se encuentran lo que para muchos podría ser como un segundo, pero para mí parece más de una eternidad. Sus ojos son de un café que va oscureciéndose mientras más cerca está de la pupila. Antes no lo había notado, pero tiene unas delgadas y discretas líneas de un azul índigo en su iris. Es ella quién aparta la mirada como si hubiera descubierto su pequeño secreto. Se aleja caminando sin voltear la mirada y desaparece dejándome con la imagen de un par de ojos que me parecen ocultan algo en su interior.

Una mano golpea mi hombro e inmediatamente volteo para ver a James que trae un pergamino viejo entre los dedos.

—¿Qué tienes? — me pregunta.

—¿Habías notado que Nora tiene unas líneas azules en los ojos?

—No miro sus ojos tanto como tú al parecer — ríe mi amigo, pero después de unos segundos se toma en serio la pregunta. — Tal vez un rasgo del animal en el que se transforma, ya sabes, a veces hay un rasgo del animal en tu apariencia humana, puede que sea eso. Que, por cierto, ¿ya te dijo que animal es?

[En Edición]Los Merodeadores: EncuentrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora