[En Edición]Los Merodeadores: Encuentros

Capítulo 25

Remus Lupin.

Desde que iniciaron las clases no hemos tenido mucho tiempo para seguir trabajando en el Mapa del Merodeador, es ese el nombre que hemos elegido para nuestro proyecto. Así que hemos tardado otros dos meses más para ajustar los últimos detalles.

—¿Una contraseña? —pregunta Peter

—Sí, tenemos que activarlo y desactivarlo de alguna forma — contesta Sirius.

—¿Por qué no tenerlo todo el tiempo activado?

—Porque así cualquiera podría leerlo — comenta James. —Imagina que las sucias manos de Quejicus sobre está obra de arte.

—Sería todo un desperdicio — completa Sirius.

Si esto funciona está claro que en manos de cualquiera podría llegar a ser un montón de problemas, pero si lo pienso, puede que sea igual o más problemático en nuestras manos que en las de cualquiera.

—¿Tienen algo en mente? —pregunto.

—¿Un juramento? — propone James.

—Sí, me gusta — empieza Sirius poniéndose de pie y comenzando a caminar por la habitación. — Aquellos que quieran usarlo tendrán que brindarnos un juramento en donde nos entreguen su alma a cambio.

James le lanza un pedazo de papel mientras ríe.

—¿Qué jurarías para tener el conocimiento? — me pregunta Peter.

—No lo sé — me acomodo sobre la silla y miro al techo. ¿Qué intercambiaría por el conocimiento? De pronto la idea de intercambiar mi alma, como había dicho Sirius, no me parece tan tonta.

—Juro solemnemente.... Pero ¿qué? — comienza James.

—Juro solemnemente que sí me bañé ayer — Sirius sonríe de lado.

—No sé si creer eso.

James sonríe también y vuelve la mirada al pergamino.

—Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas — dice Sirius. — ¿Qué les parece?

—¿Qué tienen que ver las intenciones en todo este asunto? — pregunta Peter.

—Qué si se lo damos a alguien con intenciones buenas podría resultar muy aburrido— responde James.

Ninguno critica la idea y es la que dejamos para que el mapa aparezca. James checa en el libro y hace un par de hechizos para que todo quede en orden. Después de un rato comenzamos a pensar en la contraseña para cerrar el mapa y que nadie más pueda leerlo, pero esto parece causar más problemas que la contraseña inicial. James y Sirius discuten acerca de qué forma parece mejor para cerrar un juramento de malas intenciones.

—Travesura realizada — los interrumpo y los tres chicos me voltean a ver curiosos. — Bueno, ya saben, si nuestro mapa no va para personas con buenas intenciones lo mínimo que esperamos es que hagan algo de provecho con él, ¿no es así?

—Sin la explicación me habías convencido Lunático, es perfecto — opina James.

Es Sirius está vez quien da el toque final a nuestra obra maestra y le tiende los honores a James para que sea el primero que lo pruebe.

—Ha sido tu idea Cornamenta, creo que es el momento — le dice Sirius sonriente.

James toma la varita y señala al viejo pergamino en dónde se oculta el trabajo de meses sin dormir.

—Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas.

Al principio no sucede nada y comienzo a repetir todos y cada uno de los pasos que seguirnos para ver donde ha sido el error, hasta que de pronto aparece una inscripción con tinta rojiza sobre él que dice: