Capítulo 1

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1974

4° año

Sirius Black.

Sentía el cuerpo arderme bajo el maleficio, las rodillas se me doblaron y la espalda se me arqueó hasta que mi cabeza tocó el suelo. El sudor resbalaba por la frente y las manos me temblaban.

—Si te digo que tienes que rogar, ruegas — había dicho mi madre. Su varita me apuntaba y un fino rayo me atravesaba. Su voz fría y severa era lo único que escuchaba. —Eres una vergüenza para nuestra familia, por eso Abraxas te ha rechazado.

De pronto mi cuerpo se relajó y sentí como caía al suelo. Mi respiración era pesada y el frío del suelo logró calmarme. Podría haberme quedado tumbado por horas si no hubiera sido por mi hermano, quien me tomó por el brazo para ayudarme a levantarme. Lentamente me llevó a mi habitación, el único lugar en toda esa maldita casa que podría llamar mío. Regulus era el único que entraba aparte de mí, pero aun así no se veía muy cómodo con la decoración de esta.

Me dejó en mi cama y cerró la puerta. Su cabello era mucho más corto que el mío y estaba arreglado hacia un lado, pero su cabello ondulado hacía que se le viera despeinado.

—Deberías cerrar la boca Sirius —me dijo recargándose contra la pared. —Sólo te metes en más problemas.

—¿Y qué quieres? ¿Qué sea perfecto como tú? — respondí enojado. Regulus apartó la mirada dolido. — Quiero que sepa que no soy su juguetito.

Con cierta dificultad me puse de pie y cogí el baúl, que ya estaba medio lleno.

—¿Qué estás haciendo? — preguntó Regulus. No contesté y metí el resto de mis cosas, mi escoba, la capa y un par de libros. No pensaba quedarme ni un minuto más en casa. — ¿A dónde irás?

—No lo sé, ya veré en el camino. Tal vez me aloje un tiempo en el Caldero Chorreante.

—Sí, claro, ¿con que dinero?

—Ese es mi problema, no el tuyo. — Regulus estaba estorbando en la puerta. — Hazte a un lado Reg.

—No voy a dejar que lo hagas, no puedes.

—Mírame.


Un brazo me golpea y me distrae de mis pensamientos. James está a lado y me mira ligeramente preocupado, como si supiera que algo me estaba molestando.

—¿Qué sucede? — pregunta.

Los demás voltean a vernos curiosos, Remus por sobre su libro y Peter bajando su dulce de calabaza.

—Estaba pensando en que McGonagall nos asesinará si no ganamos el partido contra Ravenclaw. Su equipo viene muy fuerte, tenemos que mejorar las tácticas.

Sigo hablando de quidditch, hasta que Remus y Peter apartan la mirada, pero James me conoce mejor que nadie y sus ojos me siguen inspeccionando detrás de los anteojos. Aunque decide no decir nada porque sé que cuando estemos solos aprovechará para interrogarme hasta que le cuente todo. No diré que me molesta la atención del resto sobre mí, pero no la quieroen estos momentos y menos cuando sé que James se preocupará por algo que es mi problema. 

Cuando por fin llegamos, seguimos al resto de alumnos que ya se saben el camino de memoria, a excepción de los enanos de primer año, que se alejan de nosotros al escuchar la voz del guarda llaves llamarlos. Como el resto subimos los cuatro a un carruaje oscuro, al mismo tiempo que el aire frío mueve mis cabellos y por un momento me hace arrepentirme de no tener una bufanda como la de Remus.

[En Edición]Los Merodeadores: EncuentrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora