Capítulo 54

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Nora Graves.

Tengo que hacer levitar el cuerpo inconsciente de Sirius por los pasillos. Ha sido más difícil de lo que pensé en un inicio y tal vez no hubiera sido mala idea llamar a su amigo Potter para que se lo llevara, pero no me pareció bien dejarlo ahí tirado y sin explicaciones. Así que lo llevo a la Sala de Menesteres. Si sigo llevando gente ahí, pronto ya tendré que encontrarme otro lugar para estar a solas.

Thomas sigue dentro, con el diccionario entre las manos y otro libro de pasta verde sobre la mesa, intentando comprender lo que en sus páginas está escrito. Alza la mirada y arruga la ceja confundido.

—Tal vez deberías ir a hablar con Regulus — le digo en voz alta. Mientras coloco a Sirius en la cama del fondo. Está un poco destendida, pero espero eso no le moleste.

—¿Estarás bien sola con él?

Es extraño ver un rasgo de preocupación en Thomas. Desde que lo conozco las cosas que sucedían a su alrededor no le importaban mientras no le afectaran de ninguna manera. Sin embargo, desde el comienzo de este nuevo año luce inquieto y no sólo en asuntos relacionados a mí, sino que también es con Regulus. Algo ha cambiado en él, mas todavía no sé lo que es.

—Estaré bien — contesto con una tímida sonrisa. — Anda, ve con Regulus antes de que haga alguna estupidez.

El chico asiente y sale corriendo por la puerta. Sirius duerme profundamente en la cama, así que en lo que despierta me atrevo a mirar aquello que Thomas leía. Es un libro de magia negra, no muy interesante la verdad. Lo leí en busca de un ritual que funcionara conmigo, pero no encontré nada, no tengo ni la menor idea de lo que estaría buscando Thomas en él. Lo dejo entre los demás libros y me recuesto en el sillón para ver la gran ventana frente a mí.

Mi cabeza intenta pensar en algo que decirle al Gryffindor en cuanto despierte, pero mi mente vaga en recuerdos inútiles que no me servirán de nada una vez que despierte. Por lo que únicamente me dedico a observar las lejanías. 

Tengo el ferviente deseo de volar hacía el horizonte, donde el viento me lleve y no voltear la mirada atrás nunca más. Sé que ahí está mi libertad, oculta en el mundo en espera a que la encuentre.

Un gruñido me distrae e inmediatamente siento la tormentosa mente de Sirius molestarme. Montones de pensamientos cruzan como un torbellino y hacen que me duela la cabeza. Me pongo de pie y me acerco a la cama en dónde el chico apenas abre los ojos sorprendido.

—¡Me hechizaste! — acusa.

—Tú estabas haciendo una escenita y los demás te estaban escuchando — me defiendo. Intento bloquear su mente de la mía, porque su cabeza no me deja pensar las cosas con claridad.

—James me contó que una vez los trajiste aquí — dice más para sí mismo que para mí, mientras observa la habitación. —Aunque no la describió así.

—Hice unas remodelaciones — comento. Me siento en un costado y lo observo acomodarse. — ¿Cómo te sientes?

Sirius mira sus manos y se quita el anillo de los Black de su dedo.

—Reg es un mortífago — susurra. — Y tú lo sabías, ¿no es así?

Asiento y mantengo la mirada en su anillo.

—¿Por qué se lo permitiste? Se supone que eres su amiga...— sus ojos platinados me buscan ansiosos y me hacen sentir culpable. —Tú, Roxanne, ese inútil de Quejicus y Thomas, lo dejaron hacerlo. No pensaron en él, lo condenaron.

—Eso no es verdad Black. Nosotros nunca lo abandonamos — interrumpo. Nuestros ojos se encuentran y veo la gran duda en ellos. Siento su pregunta en mi interior y lo peor, es que sabe la respuesta, sólo está esperando a que se lo confirme. — Ellos lo hicieron con él. Roxanne, Thomas y Severus, ellos no lo dejaron solo.

[En Edición]Los Merodeadores: EncuentrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora