4- Habitación del pánico

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POV MORGAN

Me encontraba sentada en el sillón en completo silenció, nuevamente con las tontas esposas que me habían puesto para "no escapar" y no estaba prestando nada de atención a lo que estaban diciendo, porque estaba tan sumida en mis pensamientos que ni siquiera me di cuenta cuando el pelón volvió aparecer en el lugar hasta que me obligo a mirarlo tomando mi cara con su mano.

— Todo acto tiene sus consecuencias, así que te voy a dar una lección que no vas a olvidar —me informó seriamente y me limite a observarlo con indiferencia por unos segundos hasta que moví mi cara hacia un lado de manera brusca, para que quitara su mano— alguno llévela a la habitación del pánico —les ordenó pero ninguno se movió de su lugar.

Eso de "la habitación del pánico" no suena nada bien.

— ¿A la habitación del pánico? —preguntó Regulus como si tuviera la necesidad de volverlo a escuchar para entenderlo.

El pelón asintió.

— Pero... —se aclaró la garganta— se supone que nadie iba a entrar a ese cuarto de nuevo —recordó Gilbert y él pelon lo miró sin decir nada. 

Era mucho más dicifil decifrar lo que estaba pensando que cuando estaba con Klaus.

— La última vez que alguien estuvo ahí... —habló Draco y dejó las palabras en el aire para tragar saliva con dificultad.

— ¡He dicho que la lleven! —gritó molesto, haciéndome brincar en mi lugar.

— Pero...

— ¡Pero nada! —espetó de mala gana—. Está niña necesita aprender muchas cosas —el pelón me lanzó una mirada furiosa— y estar ahí, le enseñara una lección.

— Hay muchas maneras de darle una lección, sin necesidad de mandarla a esa habitación —recalcó Matheo intentando hacer que su padre cambiara de opinión.

— El próximo que diga algo más, la va acompañar —los amenazó y de nuevo todas las miradas se posaron en mí, solo que esta vez me miraban con lástima— una vez que ya está claro eso. Díganme... ¿Quién de ustedes la va a llevar?

— Yo lo haré, padre —habló Tom levantandose del sillón, el chico se acercó a mi y me tomó del brazo dandome un tiron, para que me levantara.

En silenció los dos empezamos a caminar por el pasillo hasta que llegamos a una puerta de metal. Tom me soltó y sacó su varita para abrir el candado.

— ¿Cuál es tu problema conmigo? —le pregunté cuando me volvió a tomar del brazo para empezar a bajar las escaleras.

— No te soporto —espetó rápidamente— y también te odio.

— ¿Por qué? ni siquiera me conoces.

— Ni tampoco me dan ganas de hacerlo —me informó con desprecio y rodee los ojos.

Nuevamente empezamos a caminar por el pasillo, solo que está vez si me estaba dando miedo la situación. Todo estaba oscuro y lo poco que se veía, eran por las luces que se prendían y se apagaban cada dos segundos, todo el lugar olía a humedad, había muchas telarañas y el único ruido que se escuchaba, eran las gotas del agua que caían del techo en algunas partes.

— Sabes... —Tom se detuvo abajo del único foco que no parpadeaba y me miro directamente a los ojos. Me costó un poco de trabajo mantenerle la mirada— este lugar es más horrible de lo que parece —trague saliva nerviosa y él sonrió de oreja a oreja como si difrutara ver mi miedo.

Nos detuvimos enfrente de otra puerta de color negro que tenía unas letras marcadas alrededor de esta, con rasguños y manchas que parecían ser sangre.

El plan de los RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora