61 -Juguemos princesa

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Todos nos miraban y no los podía culpar, porque no era normal que Tom interviniera en algo, como lo estaba haciendo en este momento y mucho menos era recurrente que me sacara cargando en contra de mi voluntad.

— Bájame en este preciso instante Riddle —le ordené molesta cuando ya estábamos en el pasillo.

Tom me ignoro y no me bajo hasta que llegamos a un salón vació. 

— No vuelvas hacer eso o te juro que ... —no pude terminar mi frase, porque la puerta del salón se abrió de golpe y Matheo entro molestó.

— ¿Por qué hiciste eso? —se puso enfrente de mi, esperando una explicación, pero la que necesitaba una explicación era yo. 

— Por tú escenita con esa chica —le informé y el me miro mal.

Que digo mal, me miro como si me quisiera matar con la mirada, pero a pesar de eso yo nunca le aparte la mirada, por lo que iniciamos una guerra. 

— ¿Huelen eso? —la voz de Draco hizo que ambos desviáramos la mirada, para verlo mal a él. Draco sonreía de oreja a oreja y podía notar la burla en sus ojos.

Cuando volví a mirar a Matheo, él ya no se veía tan molesto, al contrario, estaba más relajado y con una leve sonrisa en la comisura de sus labios.

— Yo si lo huelo —comentó Matheo, haciéndole segunda a Draco, mientas me miraba directamente a los ojos—. Huele a celos —comentó con una pisca de diversión en su voz.

— Estoy más que segura que tú hubieras hecho lo mismo —le asegure mientras ponía todo mi peso sobre mi pierna izquierda.

— No es para tanto —habló Aidan intentando mantener el orden.

— Solo se está divirtiendo Morgan, no tenías por que ponerte así —Tom intento salvar a su hermano, pero eso solo me hizo enojar más.

— Por supuesto —gruñí.

— No deberías de darle mucha importancia a esto —me dijo Matheo y sonreí con incredulidad.

— ¿Crees que estoy exagerando? —le pregunte alzando una ceja.

— Si. 

— Por que solo te estas divirtiendo, ¿no? —Matheo asintió muchas veces. 

— Justamente por eso.

— De acuerdo —chasque la lengua— entonces es mi turno de divertirme —sonreí maliciosamente y me gire,  estaba decidida a salir del salón, pero Matheo se interpuso en mi camino. 

— ¿Es tu turno de divertirte? —me preguntó como si tuviera la necesidad de volverlo a escuchar. 

— Si, es mi turno de divertirme —repetí— porque nosotros somos "amigos" ¿no? —ninguno pudo evitar soltar el "ohhhhh", mientras que Matheo volvía a mirarme con enojo— como únicamente yo soy tu "amiguita", puedo hacer lo que quiera para divertirme. 

— Ni lo pienses —me advirtió muy molestó. 

— ¿O qué? —lo reté.

— O te arrepentirás —me aseguro y solté una carcajada.

— ¿Crees que tu amenaza me va a detener? —le pregunté hacinado un puchero— No te tengo miedo —le informé de nuevo, mirándolo a los ojos.

— Entonces hazlo —soltó de una.

— ¿Que? —pregunte desconcertada. 

Creí que esta discusión duraría mucho más tiempo y él sería el que terminaría enojado y molesto, no tranquilo y relajado, como estaba en este preciso instante.

El plan de los RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora