𝟭 𝟱. 𝘼 𝙥 𝙝 𝙧 𝙤 𝙙 𝙞 𝙨 𝙞 𝙖 𝙘

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Tenerla encima era una de las vistas más deliciosas y bellas que Jasper había visto jamás. Ver el rostro de Onix Kekek contraerse de placer entre gemidos de goce era simplemente una de las imágenes que quería grabarse a fuego en la mente, ansiando a ser capaz de disfrutarla por el resto de su vida inmortal.

Las manos de la vampiresa se hallaban firmes en su cuello, agarrándose para sostenerse, mantenerlo muy cerca y para impulsar cada uno de sus movimientos. Se frotó de arriba abajo con el miembro desnudo bajo sus bragas, tentando a la suerte, si de casualidad terminaba follándosela ella no se iba a sentir capaz de remilgar, solo quería sentir, solo anhelaba disfrutar de la rica compañía del león que en ese instante le dejó montarlo.

Se sentía desfallecer. Llevaba los pezones inhiestos a la altura del rostro de Jasper, que le chupaba mirándole a los ojos sin intensión de perderse ninguna sola de sus expresiones. Los dígitos del rubio estaban bien afirmados a la carne de sus nalgas, ayudándola a seguir cierto ritmo que la hizo estremecerse.

El largo cabello castaño le caía en suaves ondas chocolate por la espalda y los hombros. A él le estorbaba para repartirle besos, así que entre caricias y agarrones suaves que la hicieron reír, lo sostuvo en una coleta a la altura de su nuca para proseguir por pasarle la lengua por toda la curvatura de la garganta.

A Onix le encantaba que hiciera eso, que le embadurnara la piel con su saliva ponzoñosa. Sonrió llena de gusto cuando chupó y succionó su delicada tes, en esas zonas que a ella le encantaban. Además, los roces de su nariz contra su yugular eran sabrosos, en conjunto de su lengua experta y sus labios sedosos era un estimulante de lo más enriquecedor.

Un alto gemido se escapó de su boca ante el profundo roce de su clítoris contra la carne endurecida del falo de Jasper. Los senos le rebotaron ante cada sacudida, tratando de hallar más cercanía y es que el centro húmedo seguro solo la dejaría alcanzar el orgasmo hasta tenerlo clavado hasta el fondo.

—Kekek —él gimió, rozándole la boca por la mejilla, dejando que su aliento frío le erizara la dermis.

Era imposible no jadear, no adorar que la tomase con esa fuerza, con esa hambre. Le rodeó por los hombros y se apretó en un abrazo a él, una mano con dedos enredados en sus hebras mieles y la otra tratando de fundirlo en su pecho, besándole con fiereza, con impetú, las lenguas raspando con ansias una contra la otra mientras sus pelvis chocaban.

Chilló cuando le succionó el músculo y le apretó con fuerza los muslos. Se apartó, respirando agitada, llevando aire a sus pulmones, mientras se salía de la posición, dejándolo anonado y confundido por su actitud.

Lo hizo recostarse sobre la manta y a él le encantó el control que ella poseía buscando placer. Le sonrió, dándole otro rápido beso antes de que ella se diese la vuelta sobre él.

Le pasó los brazos por las piernas hasta llegar a su cinturita. Quizá, si había algo que le maravillaba más que los gestos de Onix, era verle el coño humedecido, así que sin tardar demasiado, le rompió las delicadas braguitas que se había colocado esa tarde. Se sacudió entera de pies a cabeza, un escalofrío dominándola en tanto le tomaba el sexo y lo masajeaba, masturbándolo con deseo.

Abrió más las piernas y chilló cuando sintió la primera lengüetada. Tembló, sin saber si sería capaz de soportar su peso sobre sus rodillas y tratando de seguirle el paso, saboreó toda la punta, ganándose que su aliento fresco le soplara en la carne blanda, llevándole otro escalofrío.

Acarició con toda la mano desde la base basta la cabeza y cuidadosa le besó los testículos. En respuesta, los dientes de Jasper se clavaron en los pliegues, jugueteando con ella y su paciencia.

Lo engulló tanto como pudo, soportando la boca de Jasper en su vulva comiéndole todo. Curvó la espalda por mera inercia y tuvo que quitarse en más de una ocasión los cabellos que le cayeron por las sienes para que no le metieran en la boca mientras le hacía una felación, probando todo su líquido preserminal, maravillada por lo rico que se sentía el miembro de Hale contra la lengua.

Chilló y tuvo que sacarselo cuando una fuerte nalgada llegó a su glúteo derecho. El escosor la hizo vibrar en el centro, que sufrió exquisito por las atenciones recibidas de la entrada facial del sureño. Gimió, jugueteando con el glande con su pulgar, teniéndolo mimado porque el mayor se lo merecía con todas esas caricias tan placenteras que le brindaba.

Se apretó uno de los senos y se pellizcó uno de sus pezones sensibles. Se sentía escurrir, pero todo aquello era consumido con velocidad por el rubio, a quien se llevó de nuevo entre los labios.

Chupó con decisión, osada y valiente. Le chocó contra la garganta ante cada engullida y casi se ahoga al gemir enloquecida cuando la lengua masculina le lamió de arriba abajo con bruma, como si bebiera de ella, una y otra vez, sediento, llevándoselo todo y engullendo como a un dulce líquido.

Sus gruñidos fueron el bálsamo perfecto, su voz ronca retumbando en el coño. Volvió a meterlo entre los dientes, enceguecida, su mente nublada, sin sentirse capaz de aguantar más, el vientre le apretaba, algo ardiente creciendo y punzando en el clítoris que él succionó, golpeándole las nalgas de nuevo.

Gritó por clemencia, porque a pesar de que siempre le daba un excesivo placer, seguía siendo nuevo para ella. Ninguno de sus amantes anteriores fue tan bueno y tan rudo como él, tan perfecto para llenarla y hacerla sentir un clímax superior que la llevara a más allá de todos sus límites.

Entonces de pronto se expandió por todo su cuerpo frío y jadeó a mitad de su mamada. Para Jasper, tener el elixir de Onix cayéndole directo en la boca fue una bendición y sin poner ninguna réplica, consumió todo su delicioso orgasmo femenino, un consumo deleitante que lo hizo acompañarla.

Onix sintió contracciones en la vagina que le sacudieron la pelvis. Su mente se hallaba nublada, perdida, apenas y podía llevarse a la boca el semen de Hale, que trató de no dejar escapar pero le escurrió por los dedos y el miembro, así que tuvo que usar la lengua para poder recuperar todo aquello que le chorreó.

Lo hizo reír por su desespero. Apretándole la cintura la hizo hacerse a un lado y la atrajó hacia él tras acomodarse sentado. Había algo en las facciones de Nix que la hacían lucir encantadora después de correrse y a él le fascinaba verla. Podía quedarse horas solamente viéndola.

Volvió a reírse al verla sonreírle embobada, con el rostro húmedo y apostaba a que se hallaba igual que ella, adormecido por lo bien que se sentía su compañía.

—Ven acá, Nix —pidió con dulzura, atrayéndola para abrazarla y tumbarse los dos desnudos a mitad del bosque.

Era divertido pero en ese momento, fue placentero y podrían continuar así por el resto del día y ninguno de los dos iba a cansarse.

Nunca podrían cansarse.

***

Empezamos fuertes el segundo acto 🥵

Nos leemos pronto 7u7

Bye! 💕

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𝐁𝐚𝐝 𝐑𝐨𝐦𝐚𝐧𝐜𝐞 || Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora