Onix era un pecado, el más sensual y misterioso pecado que Jasper quería cometer.
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En el instante en que cayó bajo el hechizo de Onix Kekek, no hubo forma alguna de escapar de él, del canto que le envolvía cada vez que su...
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Para Polux resultaba un poco inquetante estar tanto tiempo solo en un lugar que no conocía del todo. A pesar de haberse inscrito en la universidad de Seattle para no estar tan lejos de su lugar natal Forks, sentía que se estaba perdiendo de mucho, sobretodo porque ni Emmett, ni Alice respondían ninguna de sus llamadas.
No había intentado llamar a Bella, porque sabía que estaba en su Luna de Miel y no quería ser impertinente intentando contactarla a una hora inconveniente del día o atraparla disfrutando de aquel viaje en el sentido que iba más allá de la palabra. Tampoco no quería pensar en eso, todavía demasiado inocente o ignorante de una vida sexual que sobrepasaba lo activo. Seguro Emmett y Onix se estarían burlando de él.
Realizó sus deberes con flojera, preguntándose por qué nadie le respondía. Llevaban semanas así y comenzaban a preocuparlo. No podían dejarlo de lado, ¿verdad? Recordaba lo ocurrido el pasado septiembre cuando se marcharon, cuando su novia tuvo la atención de terminar con él en buenos términos esperando a que el futuro les diese mejores oportunidades.
Es por eso que no podía creerse que lo hayan dejado así como así, de un día para el otro. Colocó a Green Day a todo volumen y dejó que la melodía de Dookie lo entretuviera un rato mientras hacía la tanda de ropa sucia.
Estudió para poder repasar esos temas que no entendía del todo y comió un par de emparedados de queso fundido que le quedaron algo quemados. Se lamentó por eso, repitiéndose que debía con urgencia aprender a cocinar.
Sus días transcurrían con calma, tan normales que incluso se decía que había soñado con aquella familia, sin embargo, cada vez que veía sus fotografías junto a Alice Cullen, recordaba lo real que era y que nada fue una alucinación compartida con su amiga Bella Swan. Estaba confundido y la angustia comenzó a generarse conforme más vueltas le daba al asunto, desesperado por tener si quiera un poco de información, al menos un "estamos bien" le vendría de maravilla.
Pidió un justificante en la escuela para faltar por una semana y rogó a que ella no pudiera verlo entre sus visiones encaminarse a la residencia, aunque seguro que no podría evitarlo. Condujó con calma, con la voz de Billie Joe sonando de fondo junto a la banda que tanto le gustaba. Cantó al ritmo y tambolireó los dedos en el volante, distráyendose de aquello que le preocupaba.
No sabía ni qué diría. Practicó frente al espejo, pero nervioso terminaba haciendo notas con la voz que no creía posible que fuera capaz de alcanzar. Se sonrojó por lo afónico que sonaba, avergonzado al pensar en que podría aturdir a Alice con su timbre mundano y simplón al ella tener un oído tan sensible. ¡Ah, debía calmarse!
Como se lo vio venir, al estar cada vez más cerca de los territorios donde la familia habitaba, el viejo teléfono móvil que poseía vibró con potencia en el salpicadero de la cacharro que poseía por vehículo.
