𝟲 𝟳. 𝘽 𝙖 𝙙 𝙍 𝙤 𝙢 𝙖 𝙣 𝙘 𝙚

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Caminó solitaria por las calles de la ciudad buscando las cosas que ocuparía para su despensa. Desde que habían vuelto a las Maldivas se la pasaba comiendo, degustando toda clase de cosas porque se sentía preocupada ahora que sabía que Renesmee crecía y crecía. A veces quería regresarse corriendo a Forks solo para ver a su sobrina, angustiada ante la idea de que la catástrofe se acercara.

A Jasper le generaba gracia pero comía con ella, acostumbrado a llevarse algo a la boca como aquellos postrecillos. Además, descubrió la peculiaridad de que si colocaba chocolate en el cuerpo de Onix le daba un saborcillo único, o como cuando le puso algo de whisky en el ombligo, creyendo que mejorarían sus juegos pero lo que hicieron fue mucho más exitante al embriagarlo con lo que expelía el alcohol en conjunto de la dermis suave de su amada.

Estar en su hogar cambiaba todo para ambos. Les brindaba esa privacidad que tanto adoraban. No solo para poder estar juntos sin preocuparse de que alguien escuchara, sino por todas esas cosas que compartían cuando solo se tenían el uno al otro. Como Jasper siempre pensó, Onix solo se dejaba ser en su totalidad cuando se hallaban en casa, entre esas paredes que convirtieron en su lecho de romance.

Compró sodas de cereza y varios snacks, así como frutas y dulces. Por supuesto que no podía llevar solo chucherías así que se instó a intentar cocinar; compró ingredientes que no sabía si necesitaría pero con las que era mejor contar.

Jazz no había podido acompañarla porque se había ido con aquel hombre de confianza que se encargaba de la elaboración de sus muebles metálicos y demás. Habían tomado la decisión de tener una habitación para descansar como tal como si fuesen una pareja muy normal y tener otra dedicada a esos fetiches que tanto placer les brindaban.

Un bloque de hierro resistente, con dóseles gruesos y rudos, con cadenas y grilletes hoscos que soportaran los tirones que cualquiera de los dos pudiese dar, una jaula de barrotes fuertes, un mueble especial que ella desconocía pero del que oyó hablar en algún momento, una reja suspensiva con más cadenas resistentes y la creación de armazones para fustas y paletas que aguantaran los golpes aunque sea para una ocasión.

Sonrió al pensar en el bonito vestido de seda blanca, con listones y encajes en los bordes que le daban una apariencia muy elegante y feménil, además de que para llevar debajo había comprado también unas bonitas bragas de algodón en color palo de rosa con detalles de bordados. Al probárselos había quedado inmensamente satisfecha, emocionada con la idea de que la desnudara despacio.

El resto de su día se basó en eso. Para volver a la isla en donde vivía tenía que tomar un bote con empleados de confianza que la llevaban hasta allá. Eran unas personas amables que siempre se mostraron muy risueñas con ella, lo cual le alegraba con creces.

Cuando bajó, se despidió contenta y subió todo al auto que poseía para poder transportarse en el lugar, a pesar de que bien podría caminar, mas se hallaba cansada. Transitó tranquila con Bon Iver de fondo y la costa relajándola o al menos, así era hasta que la figura de la desconocida se colocó frente a su auto.

𝐁𝐚𝐝 𝐑𝐨𝐦𝐚𝐧𝐜𝐞 || Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora