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Definitivamente la navidad pasada fue la peor que pudiese vivir Onix Kekek. Recordaba que la más divertida que había vivido fue hace unos tres años, cuando había bebido tanto que juraba que algo raro le pasó a la ponzoña de su cuerpo por el alcohol. Los encuentros le parecieron fantásticos y se alimentó de uno que otro bocadillo que encontró por allí, además, el destino pareció haber estado de su lado porque una de esas Tuas Cantantes se topó con su camino. Fue como si su mera existencia le dio ese regalo.
En cambio esa noche, se la pasó frustrada, con Eleazar regañándola por no poder prestar atención a los Vulturi y sus acciones a presente, menos las del pasado de Alice y Jasper. No podía localizarlo, ni controlaba ninguno de esos dejá vús lo que comenzaba a marearla y a enfadarla. ¿Cómo era posible que un don tan simple fuese tan complicado de manejar?
Además, una casa repleta de vampiros con ojos rojos la ponía de nervios. Y la partida de Alistair la puso de malhumor a pesar de que Gyeong-hui insistió en que debía calmarse, que simplemente hay algunos ermitaños demasiado ermitaños como para poder atestiguar algo como lo era Renesmee.
En realidad, Onix no iba a fingir que no sabía que su amiga coreana tenía algo entre manos. La vio en más de una ocasión siendo muy cercana al inglés y parecían haberse entendido bastante bien.
La noche antes del treinta y uno de diciembre se sentía nerviosa y aunque no lo necesitara, le costaba respirar. Se refugiaron en las montañas para poder enfrentarse a la realeza italiana lejos de Forks, debían interceptarlos en una explanada donde el sonido de un enfrentamiento entre creaturas se perdiera.
Jugueteó con el dije de J que pendía sobre su pecho y solo se quedó quieta mirando a la nada, esperando a que de esa forma llegase alguna de esas extrañas visiones a ella, pero no obtuvo nada. Escuchó tras ella a los nuevos amigos acomodarse frente al fuego que generó el egipcio Benjamin, creando un ambiente ligero antes de que se viniese el caos el día siguiente.
—Esto sí me gusta —pronunció Jake tras la facilidad con la que el moreno encendió la fogata. Miró encima de su hombro y observó todo desde la distancia, curiosa por lo que sus ojos veían—. Una hoguera antes de la batalla.
Se sentía raro. Onix nunca se sintió pertener a ningún lugar. Quizá ella era tan solitaria como el viejo Alistair y eso era lo que le causó ese sentimiento por tanto tiempo. Eran las mismas personas que ya conocía, pero de sentirse ajena y apartada, ahora existía un vínculo allí y un cariño por cada uno de ellos que la hizo sonreír, considerando lo bello que era tener una familia, algo por lo que luchar.
Apretó en su puño el dije, creyendo que de esa forma podría brindarle un abrazo desde la distancia a Jasper, que sintiera su afecto aún cuando montones de kilómetros los mantenían separados. Supuso que lo vería al día siguiente o eso quiso creer. Jamás la hubiese dejado solo así como lo hizo, para no volver y sabía que la iba a proteger de cualquier cosa o al menos, eso fue lo que prometió y era lo que ella juró de igual forma, cuidarlo y amarlo sobre todas las cosas.
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𝐁𝐚𝐝 𝐑𝐨𝐦𝐚𝐧𝐜𝐞 || Jasper Hale
FanfictionOnix era un pecado, el más sensual y misterioso pecado que Jasper quería cometer. ꒰𝐁𝐑*ૢ。゚⚘݄꒱₊_______________ En el instante en que cayó bajo el hechizo de Onix Kekek, no hubo forma alguna de escapar de él, del canto que le envolvía cada vez que su...