𝟱 𝟭. 𝙅 𝙖 𝙨 𝙥 𝙚 𝙧

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La prenda de colores claros sentaba perfecto en la figura femenina de Onix. El marcado escote en V dejaba ver la ligera y casi inexistente curvatura de sus pequeños pero firmes pechos; la cintura se le apretaba en una curvatura tan deliciosa que podía imaginar las manos del rubio sobre ella y la larga falda de tubo lo suficientemente suelta, ondeaba con esplendor a cada paso que brindaba, dejando ver un poco de los altos tacones dorados que se colocó a juego de su atuendo.

La gargantilla dorada brilló en su pecho, en donde justo en el lienzo blanquecino de su piel descansaba el bonito dije de una J de oro, un pequeño pero maravilloso detalle que la hizo sonreír mientras veía su reflejo en el espejo. Se terminó de acomodar los tirantes de su ropa, mas por nervios que por otra cosa ya que lucía perfecta y tras asegurarse de que el maquillaje estaba impecable, salió de la alcoba.

Bajó con cuidado, a sabiendas de que en su torpeza se le podría doblar el pie. No se sentía del todo preocupada por lo que pudiese ocurrir esa noche después del evento. Junto a Rosalie habían preparado un pequeño lugar en donde podrían estar ella y su amado antes de volver a la residencia familiar, sabiendo que necesitarían privacidad para saciar esos anhelos que los enloquecieron durante aquella semana.

Estaban tan acostumbrados a estar juntos que al no estarlo resultaba bastante complicado. Como le había dicho, era una consentida, necesitada de pasar tanto tiempo con él, enviciada con sus toques y sus juguetones agarres que la hacían sentirse confiada y amada.

—Estás tan nerviosa como Bella —murmuró Rosalie a la castaña al verla bajar. La rusa asintió con una pequeña sonrisa, algo inquieta— ¿por qué?

—Ah, es solo que hace mucho que no voy a una fiesta así de grande —susurró, avergonzada. Rose asintió comprensiva, entendiendo a lo que se refería.

A pesar de haber tenido una invitación para ir a esos festejos matrimoniales grandes que ella y Emmett celebraban, Nix no solía asistir por aquellos conflictos del pasado, sobretodo recordando que la primera vez que ocurrió aquello, fue brutalmente ignorada por la novia. La extranjera jamás se atrevió a volver a ir, incapaz de arruinarle una noche tan bella a alguien a quien tanto estimaba.

—Te ves muy bella —masculló, intentando cambiar la conversación. La menor sonrió contenta y asintió efusiva.

—No tanto como tú, pero muchas gracias —cantó contenta, sintiéndose radiante en las prendas que su piel portaba.

Juntas avanzaron escuchando con claridad las voces de las personas que agurdaban pacientes y contentas a por el comienzo de la boda. Podía percibir la alegría de los invitados en sus voces, así como se sacaba de balance por no reconocer a varios de ellos. Bajó despacio los escalones del pórtico, cuidando no caerse y aún junto a su hermana vislumbró preocupada a todo el montón de gente que allí estaba.

𝐁𝐚𝐝 𝐑𝐨𝐦𝐚𝐧𝐜𝐞 || Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora