𝟳 𝟲. 𝙎 𝙣 𝙤 𝙬

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La nieve crujió bajo las botas de Onix, que avanzó firme mostrando una entereza que por dentro ella no sentía. El pánico la carcomía entera de pies a cabeza, con la mente despejada, repitiéndose que debía permanecer tranquila y evitar a toda costa que Edward pudiese ver en su mente.

Así que sí, recordó todas esas veces en que ella y Jasper se habían entregado en las situaciones más atrevidas, sus memorias oscilando entre todas esas aventuras que atesoraba y significaban todo para sí. Sabía que con eso iba a evitar su hermano a toda costa sus pensamientos, lo cual ansiaba a que ocurriera.

De pronto el camino le pareció muy extenso pero eso no la detuvo. El contraste de todas las familias vistiendo de negro contra el blanco puro de la nieve fresca y endurecida los realzó en medio de aquel campo despejado y por un instante creyó que cada pisada iba a reventarle los tímpanos a causa de los nervios que tanto la mortificaban.

El aire le sopló la cabellera castaña, le acarició las redondas mejillas con suavidad. Trató de concentrarse en eso y en la nieve que se quedaba atrapada en las suela de sus zapatos. Ansiaba a algo de calma que le trató de brindar Gyeong-hui al sonreírle con amabilidad. La coreana se mantuvo con algo de quietud, callada y tratando desesperadamente como su amiga rusa de conservar un poco de serenidad.

En medio de la espesa neblina blanca que se expendía a lo lejos en el otro lado de la explanada frente a ellos, apenas se conseguía divisar algo. Las dos aguardaron hombro con hombro y en algún momento, se tomaron de las manos para darse apoyo.

La asiática agradecía que Alistair no estuviese allí, que se mantuviera a salvo y se dijo, que debía salir de allí con vida para llegar con él hasta ese mundo prometido.

—Vienen los casacas rojas, vienen los casacas rojas —cantó Garrett con nervios atrás, sus pasos escuchándose al hacer crujir la nieve.

Respiró hondo y miró a Edward que se hallaba en el frente. El cobrizo también la buscó y una vez sus ojos se encontraron le dio un asentimiento, como si así le confirmara que estaban bien cuando para ella, no era así.

Se le formó un nudo en la garganta apenas notó a las figuras moverse con elegancia, casi pareciendo flotar en medio de una especie de nube oscura con destellos rojizos producto de sus ropas. Los inmortales italianos avanzaron con tranquilidad, sin apuro alguno, generando más impaciencia e inquietud en los testigos que los Cullen trajeron.

La Guardia completa venía. No faltaba ninguno.

La inmensa barrera la abrumó con brío y apretó más los dedos de la rubia. Ella le brindó una suave caricia y admiró todavía a todos aquellos que se acercaban seguros, con algo apretándole en el pecho, un sentimiento de incertidumbre que le acongojó terrible.

Los ojos carmesí de Aro se encontraron con los de Onix por un segundo, la muchacha hubiese querido quedarse con la vista fija, mostrarse indiferente y confiada, mas no pudo hacerlo y se recriminó por ello sabiendo que le habría dibujado a él una sonrisa en la cara, una de entera satisfacción.

𝐁𝐚𝐝 𝐑𝐨𝐦𝐚𝐧𝐜𝐞 || Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora