𝟱 𝟮. 𝘼 𝙡 𝙬 𝙖 𝙮 𝙨

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Admiró cómo aquella mortal vestida en blanco avanzó bellísima sujetada del brazo de su padre. Notó su nerviosismo y le hubiese encantado lanzarle un chiste para ayudarla a relajarse, pero solo se quedó allí quieta, aferrada a la mano de Jasper, contenta por su hermano que lucía inmensamente feliz.

Si hubiese podido llorar lo hubiera hecho, cien por ciento emocionada de lo que acontecía. La admiró con detenimiento, creyendo que la joven se veía maravillosa en su porte nupcial con aquel pronunciado escote, el satén luciéndole increíble.

Juraba a que en algún momento dejaron de escuchar al hombre en frente. Miró a Jazz, que se percató igual que ella de aquello y gracias a su sonrisa apostaba a que sentía con claridad toda la emoción que se desprendía en cada uno de los invitados y por sobre todo, de los novios, o quizá de ella, que veía el mundo con ojos de esperanza.

Incluso se había olvidado de que los Vulturis podían andar por allí. Fue un milagro que no hayan asistido.

Una vez concluídos los votos matrimoniales y les fue permitido concluir con un beso, aseguró a que se encerrado en un mundo en donde nadie más estaba con ellos. Se echó a reír por eso, aplaudiendo efusiva, pensando en las miles de bromas que le haría al par, sus palmas golpeando enérgicas por lo bonito que todo le parecía, como si fuese capaz de presenciar el final de un cuento de hadas.

Que equivocada estaba.

A la hora de la fiesta, tocó el hombro del muchachito que comía feliz de los postres colocados en las mesas del patio, que estaba repleto de flores. Él saltó en su lugar, confundido, cosa que se incrementó al ver los ojos dorados de la desconocida, aquella a la que vio un par de ocasiones unos meses antes pero de la que no sabía mucho más.

Ella le sonrió, y le tendió la mano a modo de saludó. Se apresuró a buscar con qué limpiarse las manos que iban llenas de crema; a Onix no le importó mucho aquello y solo le tomó los dedos sucios para saludarlo con energía.

—Mi hermano me dijo lo que hiciste por él y Bella en el verano, solo quería agradecerte por cuidarlo —masculló con sinceridad, acongojo aún apretándole el pecho. Había tratado de mantener a raya aquellos sentires porque Jasper podía atraparla, sin embargo, era momento de por fin soltarlo, o al menos, intentar que así fuese. El moreno arrugó el entrecejo, inocente y ella se echó a reír, su timbre embelesándole los oídos— la batalla con los neófitos —explicó.

—¡Oh, eso! —Exclamó con la boca llena, consiguiendo que ella carcajeara y que él se sonrojara. El muchacho olía raro; tenía un olorcillo de perro mojado, pero no tan fuerte y quedaba un poco opacado por su colonia masculina y jabón neutro— no fue nada. Solo, hice lo que tenía qué hacer.

—No, créeme, hiciste mucho más de lo que imaginas —farfulló.

Había fallado. Estuvo a punto de romper su promesa y su deuda con Edward por un descuido. Se prometió cuidarle como él a ella cuando la encontró al borde de la muerte aquella noche en Severomorsk y lo intentó con creces hasta que incluso se arriesgo hace poco más de medio año a ir con los Vulturis a ese enfrentamiento por su vida y la de quien ahora era su esposa.

𝐁𝐚𝐝 𝐑𝐨𝐦𝐚𝐧𝐜𝐞 || Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora