𝟲 𝟴. 𝘾 𝙧 𝙖 𝙯 𝙞 𝙚 𝙧

1.2K 93 36
                                    

• ────────── ✾ ────────── •

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

• ────────── ✾ ────────── •

La sostuvo con firmeza en sus brazos llevándola con velocidad por la construcción que llamaban su hogar. El recinto pareció haberse llenado de una especie de energía abrumadora que les envolvió con calidez, con alegría, con una especie de locura inaudita llena de amor que les hizo sentirse completos, con vida.

Onix sonreía en sus armas pero terminó chillando risueña cuando la arrojó con fuerza al colchón. Trató de acomodarse en el centro de la cama, con la falda de su vestido subiéndose, pero él no la dejó. Soltó un ligero grito feliz cuando tiró de su tobillo para acercarla a él, solo para besarla, ansiando a probar de su boca encantadora. Se consumieron en aquello que los volvió inmensamente bienaventurados, buscando deshacerse de las prendas que los cubrían con velocidad.

Ansioso le sacó el vestido blanco que llevaba. La prenda cedió con facilidad, su cabello volviéndose revuelto en cuestión de un instante y no se perdió detalle de la expresión colmada de goce que se le dibujaba en su bello rostro. Lucía encantadora con esa inmensa sonrisa en los pétalos de sus labios, con los ojos brillando de amor y lujuria.

La castaña le quitó con prontitud la camisa, con él sobre ella, casi aplastándola. Ambos se rieron y el contacto de sus bocas volvió, cayendo recostados en el acolchado, amándose como nunca habían hecho.

El collar con el bonito dije de una J relució en el pecho desnudo de Kekek. El frío metal le rozó en la piel así como cada uno de los besos repartidos por Jasper que estaba dedicado a brindarle solo placer y ese romance que los enloquecía por el otro. Era como si el mundo se hubiese teñido en colores brillantes, destellando igual a las estrellas que conformaban el universo. Le conoció de nuevo los lunares que se le esparcían y la tocó con suavidad grabándosela en la memoria, Onix Kekek siendo todo lo que quería en su vida.

La rusa notó la forma en que el americano la miraba. Se sintió embobada, al borde de estallar y poder morir de nuevo por su cariño. La rodeó con sus brazos y la mantuvo bien cerca, rozándole la intimidad con la suya, robándole jadeos que le supieron a gloria, seducido por la idea de fundirse en ella con vigor.

Concentrados se acomodaron veloces en la cama. Antes de acomodarse junto a ella terminó por desnudarse y a ella le robó una carcajada cuando lo vio bien estimulado. Enloquecida se llevó el cabello a la espalda para que no le estorbara y lo recibió de nuevo entre sus piernas, en sus manos, en su boca, Jasper se amoldó a ella con perfección, con el sol ingresando por la ventana lo que dejaba verlo brillar, literalmente. Se perdió en las luces que se reflejaron en su tez prismarina, encontrándolo como la escultura más preciosa que pudiese siquiera existir.

Aún había una prenda que los dividía, pero no tenían prisa para consumar el acto. Se dedicó a sentirla, a recorrerla y conocerle cada tramo de su lienzo. Onix le llenó de besos en las marcas que le recorrían por todo el templo, riéndose embobada por sentirlo suyo, por sentirse suya. Con la punta de los dedos se tomó la tarea de delinearle cada músculo masculino, hechizada por sus formas, por su fuerza y su virilidad. Sus manos inmensas le tomaron el rostro entonces, para observarla, para plantarle cortos toques de su boca en sus facciones, en suaves roces como el aleteo de mariposas, al igual que el viento soplando en otoño. 

𝐁𝐚𝐝 𝐑𝐨𝐦𝐚𝐧𝐜𝐞 || Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora