𝟭 𝟲. 𝙎 𝙝 𝙤 𝙥 𝙥 𝙞 𝙣 𝙜

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Se llevó una mano al vientre, con la mirada perdida observando el exterior. Sentía dolor, una tortura que le quemaba por la carne y se expandía por todo su cuerpo, hiriéndola, una y otra vez, yendo y viniendo sin control, punzadas que se esparcieron por toda su caja toraxica, que le retribuían solo suplicio.

Quiso echarse a llorar, pero sabía que sería imposible. Un nudo en la garganta se le formó y sintió con rabia el dolor en toda la zona de su abdomen, enfadada con los tumbos que había dado su destino hasta conducirla allí, a quedarse estancada.

A veces solo se cuestionaba qué hubiera sido de su vida si nunca hubiese conocido la inmortalidad, se preguntaba si acaso, si alguna vez podría siquiera conocer la muerte.

Deslizó los dedos por toda su zona abdominal, con el odio ganándole la batalla ¡cuanto ansiaba poder sanar de eso que le agonizaba todas esas décadas!

Soltó un agudo chillido espantado a pesar de que sabía bien que le iba a saltar a la cara. Su risa la hizo hacer gesto irritado, pero al final terminó sonriendo también, aun cuando el acongojo la seguía invadiendo completa. A pesar de no tener un don empático, podía sentir todo su buen humor, y eso le gustaba, lo bien que se entendían y se movían en sintonía.

—¡Noticias, Nix! —Exclamó Alice efusiva, sus ojos dorados resplandeciendo de alegría.

—Deben de ser muy buenas —murmuró— de seguro es sobre la fiesta de graduación.

—¡Has acertado, mi inteligente hermana! —Cacareó, tan contenta que le hizo reír. Llevaba semanas hablando de eso, de recibir gente en la enorme casa que casi siempre se hallaba vacía. Alice tiró de ella y juntas corrieron hasta la cocina, donde la menor ya tenía preparado un listado, fotos y mucho papeleo de ideas para las decoraciones, luces y alimentos sobre la enorme isla—; hay que ir de compras. Puedo decirle a Rosalie que nos acompañe ¡nunca hemos salido las tres juntas!

Su inocencia la hizo sonreír. Ojalá fuese tan fácil.

Un dejá vù apareció y eso la menor lo notó. Admiró como la castaña, detalló sonriente una fotografía de un pastel de chocolate, pero en realidad llevaba la mirada vacía, como si no se encontrase allí realmente.

—¿Estás bien, Nix? —Curioseó, intrigada por la expresión en el rostro de la mencionada.

—Ah, te fijaste —susurró, girándose a mirarla—. No importa, aprendí a vivir con ello —masculló relajada, con una sonrisilla conformista en sus carnosos labios. Cullen se mostró curiosa, así que para evitar sus cuestionamientos tomó una de las fotografías de una mesa repleta de postres y la admiró con detenimiento, dispuesta a cambiar la conversación— ¿crees de verdad que Rose quisiera acompañarnos?

—Bueno, si ella no quiere, seguro Jasper sí —canturreó con diversión. Onix se mordió el labio, pensando en las cientos de travesuras que podría hacer por allí con la compañía del rubio— podemos ir a Seattle, para encontrar más variedad de cosas —propuso.

𝐁𝐚𝐝 𝐑𝐨𝐦𝐚𝐧𝐜𝐞 || Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora