𝟰 𝟭. 𝙁 𝙧 𝙪 𝙛 𝙧 𝙪

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Al llegar al hotel donde se hospedarían aquella noche, Jasper se quedó callado, honrado ante la idea de haber presenciado un acto tan hermoso como Onix yendo a ver a sus padres, orgulloso de tener su afecto a pesar de que eso le costase tantísimo a quien también él quería mucho más allá de lo que pudo imaginar.

Por su parte, Nix cargó con la calma y con cansancio. Se hallaba agotada mentalmente, algo estresada cuando comenzó a darse cuenta del montón de cosas por las que sufría en cuestión de tan poco tiempo y solo por haber decidido ir a ayudar a su hermano Edward como prometió.

Suspiró con pesadez y yendo a tomar un baño, cuando notó la pila de maletas y las bolsas de compras, se preguntó si sería lo suficientemente capaz de cumplir con su cometido...

Y sonrió al descubrir que sí.

—¡Jasper! —Le llamó, quitándose la ropa para meterse un rato en la bañera— ¡¿podrías pedir servicio a la habitación?! —Gritoneó, solo para mantenerlo distraído mientras ella planeaba el castigo del berrinchudo Hale.

Jamás se había visto en esa situación, sin embargo, se sentía muy lista para dominar a alguien tan enérgico y vigoroso como lo era Jasper Hale.

Así que cuando ingresó a la alcoba varios minutos después con un carrito lleno de comida, verla en el borde de la cama solo con un ajustado y bello conjunto negro lo hizo quedarse congelado a mitad de la alcoba, haciéndola sonreír con burla por su reacción. Se echó el cabello a la espalda, dejando que los deliciosos pechos lucieran esplendorosos bajo el encaje negro del body que se decidió a usar. La prenda se le ajustaba perfecto a las curvas realzando su piel blanca y se le hizo agua la boca al detallar las delgadas piernas enfundadas en las delicadas medias.

Quizá lo que le enloqueció fue verle el ligero apretándole tan rico la carne de los muslos, su cuerpo celestial listo para tomarlo, sus orbes azabaches brillando de lujuria.

—Quítate la ropa y ponte a un lado de la cama, Jasper —ordenó.

Y así lo hizo. Ansioso y desesperado se sacó cada una de las prendas bajo la mirada de Onix. La vampiresa sonrió divertida por ver su impaciencia y una inmensa satisfacción le embargó al ver el miembro erecto bajo las luces de la habitación que se encargó de apagar, dejando que la única luz que les iluminara fuese la que entraba por el ventanal que le permitía ver una bella vista de San Petersburgo.

El rubio al seguir la segunda indicación, notó que estaban bien colocados y extendidos cada uno de los artilugios que compraron esa tarde y otros que ya poseían. Los arneses aguardaban con belleza, el cuero oliendo a algo que le fascinó en la nariz; las esposas ya conocidas estaban acomodadas justo a un lado y la flogger con tachuelas en las tiras estaba apartada.

𝐁𝐚𝐝 𝐑𝐨𝐦𝐚𝐧𝐜𝐞 || Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora