𝟯 𝟱. 𝙔 𝙚 𝙨, 𝙨 𝙞 𝙧 ( 𝙋 𝙖 𝙧 𝙩 𝙄 )

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Al llegar a casa, Onix iba tan callada que le generaba algo de gracia. Sabía lo nerviosa que se hallaba y de igual forma, ella tenía el conocimiento de que él lo percibía; eso que los dones le permitían le gustaba y al mismo tiempo no lo hacían... ese era uno de esos momentos en donde la idea le fascinaba a niveles que ni siquiera ella podía llegar a comprender, era casi como si las emociones formaran parte de ese encuentro lleno de lujuria.

Tragó con una dureza que creyó le podría afectar en la garganta. La vampiresa se le quedó mirando, impaciente y con la respiración incomodándole en los pulmones inútiles. Jasper se movía con una especie de tranquilidad absurda que le llenó de un inmenso desespero. La ropa húmeda se le pegaba en el cuerpo de mármol, su temperatura baja y gélida pareció incluso incrementar, fue como si fuego estuviera quemándole cada una de las fibras de su cuerpo inmortal.

Ella se quedó quieta, viéndolo cerrar con llave, como si acaso alguien fuera a entrar, como si acaso ella fuera a huir.

No iba a hacerlo.

—Gané yo —susurró Hale, en ese tono lúgubre que la hizo temblar, que le encantaba que usara para con su persona; la mujer asintiendo entre trastabilleos, se forzó a no ser escandalosa, a dejar atorados en su garganta cada uno de sus gemidos y jadeos. Al menos, en ese momento, todavía no quería mostrarse como la ruidosa que era—; ve a la habitación, Kekek —ordenó.

—Sí, señor —soltó, sin intensiones de decirlo, con firmeza y seguridad, sumisa y devota al ser frente a ella. Le había salido tan natural y se encontraba tan excitada y ansiosa que ni siquiera notó lo que sus labios pronunciaron.

Pero él sí; Jasper escuchó con claridad su perfecta voz femenina afirmando. Admiró su delicada silueta avanzar por el medio de los muebles, yendo al lugar indicado, abrumado, extasiado por las palabras oídas, sin poderse creer lo mucho que aquello le gustó.

La siguió entonces cuando la escuchó detenerse a mitad de la alcoba. Se quitó la camisa con lentitud, sabiendo que Onix iba a escucharle cada uno de sus movimientos y roces; su intensión era incrementarle su desespero, que se frustrara, que la ansiedad le carcomiera las entrañas e hiciera que se le retorciera el sexo de pura intranquilidad.

Su cometido se logró, porque la vampiresa se apretaba los muslos uno contra el otro, conteniendo el aliento, aguardando a por él.

Cuando ingresó, apenas la miró, haciéndola suspirar. Aquello la torturaba, de una forma en que nunca antes sintió, era el castigo más delicioso que haya sufrido y lo único que deseaba más que su propio placer, era que Jasper fuese quien se lo diera... milagrosamente eso iba a suceder.

—Desnúdate y ponte de rodillas —indicó, su ferocidad consiguiendo que saltara antes de hacerlo.

El cuerpo le falló y con torpeza se sacó los tirantes del vestido que ya había sufrido bastante por aquella noche. Lenta y con dedos temblones obedeció; le analizó con cuidado, observándolo rebuscar paciente en una de sus maletas, esa valija que habían destinado para esos objetos que les ayudarían a exponenciar sus juegos sucios.

𝐁𝐚𝐝 𝐑𝐨𝐦𝐚𝐧𝐜𝐞 || Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora