𝟭 𝟳. 𝙃 𝙖 𝙧 𝙣 𝙚 𝙨 𝙨

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—Ah, con que ahí estás —masculló sonriente, yendo con paso tranquilo hasta donde él se hallaba. Estaba sentado encima de su habitual colcha, aguardando por ella, que llevaba una pequeña mochila a la espalda con todas esas cosillas que se moría por probar—. ¿A qué se debe que llegara tan temprano, señor? —Curioseó, acomodándose a su lado.

Jazz llevaba en las manos un libro de cálculo que le tendió. Nix realmente no sabía mucho de eso, así que no comprendió nada, pero se quedó embelesada viendo la letra prolija del rubio. Era tan bonita; era maravilloso ver que Jasper supiera hacer tantas cosas bien.

Tantas.

—Necesitaba un momento para pensar, supongo —mintió con dulzura en el instante en que ella se colgó de su cuello.

Los labios de Nix fueron el bálsamo perfecto para sus acongojares. El hecho de sentir su boca carnosa sobre la suya, compartiendo sinergia y frío de esa forma tan maravillosa que le embalsabama los sentidos; era demasiado perfecto para ser verdad.

Además, ella era tan vivaracha. Besarla era terminar compartiendo besos juguetones que de inmediato se encendían, se magnificaban en fuego, en hambre y anhelo.

El verdadero motivo de Jasper para estar allí antes que ella no era solo para pensar en su tarea de cálculo. Era también para pensar en lo que sea que tuviese con la vampiresa que se acomodó a horcadas sobre sus muslos, con una enorme sonrisa en la cara que se le contagió de inmediato.

—Cuéntame una de tus historias de guerra, Jasper —pidió en un susurro, dispuesta a acomodarse en su pecho.

Así lo hizo. Él se dejó recostar con suavidad con ella sobre él. Era tan pequeña y delgadita que no pesaba nada en comparación a Hale y sus curvas se amoldaban sublime a su cuerpo masculino, con una sincronía magnífica, como dos piezas de un rompecabezas complejo.

Terminó contándole sobre la Segunda Guerra Mundial, de la cual sabía solo por los libros de Historia. En esa época le contó sobre cómo conoció a Alice y su intento por tratar de mejorar su dieta antes de encontrarse con la que sería su nueva familia. Onix le escuchó con una suave sonrisa, recibiendo las caricias delicadas de sus dedos que le recorrían la espalda, con un cuidado arrollador que le adormecía completa.

Era fácil hablar con ella de lo que le apasionaba. Tal parecía, le gustaba verlo hablar y la verdad es que así era. Había algo sumamente atractivo en él cada vez que le sonreía con autosuficiencia por su basto conocimiento, o como sus manos se movían para explicar mejor. Quizá también le encantaba que la tuviese así de cerquita, sin ánimos de tenerla ni un centímetro lejos, como si ese pedazo de mundo y tiempo lo hayan podido robar juntos, para conservarlo para ellos mismos.

—¿Cuándo vas a contarme algo sobre ti? —Curioseó él, buscando sus orbes dorados. La chica se removió inquieta sobre él, buscando acomodarse más cerca (si acaso era posible) y sonrió, quedándose suspendida sobre su cuerpo.

𝐁𝐚𝐝 𝐑𝐨𝐦𝐚𝐧𝐜𝐞 || Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora