𝟱 𝟬. 𝙂 𝙞 𝙛 𝙩 𝙨

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Admiró el paisaje de Seattle a través de la ventanilla. Una ligera llovizna caía, lo que le daba un ambiente perfecto al ir escuchando a Bon Iver en los auriculares. Se sentía extraña por salir sola, pero ya que se hallaba en la cacería de un bonito y significativo regalo para la futura pareja de casados.

Había buscado cosas significativas en el Internet, tratando de ser discreta para que no fuesen a copiar sus ideas, y aunque había muchísimas cosas que tenían que ver con la unión y el amor, creía fervientemente que con las cosas que se avecinarían en el por venir de aquellos dos, debía haber algo más que eso.

Se paseó por Seattle con Bon Iver cantándole a los oídos, aferrándose al paraguas que tuvo que comprar de imprevisto. El cielo encapotado y los colores grises que le brindaban a ese día sin sol le venían de maravilla para poder andar por allí con la confianza de que si se quitaba los guantes, nadie vería su piel brillar iridiscente, como un prisma bajo los rayos del sol.

Avanzó, meláncolica y también risueña, en un balance de sus emociones tan extraño que se sentía curiosa por la forma en que su vida había girado. Si se ponía a recapitular cada una de sus aventuras en los últimos meses, resultaba hasta cierto punto encantador y muy inocente el que tantas nuevas emociones y vivencias hayan ocurrido apenas en menos de un año.

Bon parecía ayudar y al mismo tiempo no, así que pretendió ignorar mientras seguía, cuidadosa de que sus pies resbalaran o de chocar con alguien.

Por supuesto, Onix no era Onix si no pasaba a comprar esos accesorios que tanto le gustaban, además, ¡no habría nada mejor que molestar a su hermano con un regalo así de excéntrico!

Se echó a reír mientras pagaba por los juguetes para ella y por el succionador de clítoris que les obsequiaría. Pudo imaginarse la cara de Eddie, todo ofendido y refunfuñando, mientras que Bella seguro estaría muy, muy roja al ser su cara tan pálida.

Avanzó con las compras en sus manos, bien relajada. Era uno de esos días en donde necesitaba un momento de paz, de tranquilidad, para poder ponerse a pensar en las cosas que le traía la vida.

Edward miró a Jasper, suspicaz. Mientras Alice cantaba yendo de aquí para allá con las cosas de la boda, arreglando cada detalle para que nada pudiese salir mal de tan esperado día, mientras que Rosalie bromeaba, más alegre que de costumbre gracias a Emmett que la hizo reír. La rubia en conjunto de su esposo y de Esme ayudaban a la más pequeña de la familia, que efusiva no paraba de lanzar indicaciones a diestra y siniestra.

Le hubiese gustado poseer el mismo don que el cobrizo para entender lo que quería decirle, mientras que él trataba de mantener la mente en blanco, pero era imposible cuando lo ponía tan incomodo con los ojos dorados escudriñándolo con detenimiento. Quizá lo cuestionaba por esas cosas que ahora conocía, tal vez quería saber hasta dónde Onix había contado sobre ella, probablemente solo quería asegurarse de que una vez que estuviese casado, Nix estaría en buenas manos al estar con él.

𝐁𝐚𝐝 𝐑𝐨𝐦𝐚𝐧𝐜𝐞 || Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora