Onix era un pecado, el más sensual y misterioso pecado que Jasper quería cometer.
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En el instante en que cayó bajo el hechizo de Onix Kekek, no hubo forma alguna de escapar de él, del canto que le envolvía cada vez que su...
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—No hace falta mirar demasiado para saber que algo no está bien —afirmó con firmeza Polux, admirando el rostro de Bella que se aferró a la cobija que su madre le había obsequiado pretendiendo esconderse, sin querer preocuparlo en lo absoluto sabiendo que estaba en la universidad y no podía distraerlo de ello—, ¿qué está pasando, Bell's?
Nadie pudo responder y la joven mujer bajó la mirada, apenada por tener que pasar por eso dos veces en el día. Jasper le apretó la cintura a Onix que se hallaba sentada en sus piernas y ambos admiraron al mortal exhalar apesumbrado por la falta de información, inquetándose por montones en un dos por tres.
—Deberían decirle —masculló Nix, agradecida de tener el contacto de Jazz que la hacía sentir confortada, más segura—; es parte de la familia.
—¿Podrían dejarnos a solas? —Preguntó Ajax, algo inquieto e intimidado por Rosalie, quien siempre le había parecido demasiado espeluznante con ese porte tan feroz en conjunto de su abrumadora belleza. A veces ni podía mirarla— me pone de nervios que todos se nos queden viendo —susurró y Alice sonrió enternecida a su lado.
—Por supuesto —ella susurró con amabilidad, plantándole un dulce beso en la mejilla.
Nix tomó la mano de Jasper, que le siguió tenso. Llevaban días allí y tanta preocupación a su alrededor lo hacía sentir horrible. Ella lo había notado desde el comienzo, así que intentó con todas sus fuerzas estar tranquila y relajada, para ayudarlo a él y a Bella con todo lo que les acongojaba.
Además, era un martirio soportar para los dos el apetito que se les acumulaba. Estar rodeados de vampiros era catastrófico y con el ferviente auxilio que le proporcionaba la rusa a la fenixiense, apenas y podían tener algo de tiempo juntos donde lo único que podían hacer era permanecer abrazados, ansiando en silencio a probarse una vez más y a darse un apoyo emocional que necesitaban con vehemencia.
Subieron a su habitación, en donde aprovechó para echarle un vistazo a su culo redondo que se le apretaba en los ajustados jeans negros. Sonrió con picardía, aunque no era el momento, pero aprovecho su descuido para darle una ligera palmada que la tomó por sorpresa, echándo una suave risita risueña por su atrevimiento.
Parecían incluso cansados, así que solo se arrastraron hasta el acolchado. Se acomodó primero ella, agobiada con todo mientras escuchaba la conversación que mantenían abajo los dos jóvenes y recibió sobre su pecho la cabeza de su amado que se recostó sobre ella, usándola como una almohada.
Onix lo abrazó y le proporcionó delicados mimos en las hebras sedosas de su cabellera y Jasper aprovechó para desabrocharle la camisa del pecho y plantarle suaves besos que resultaron maravillosos para Nix. Se rieron, cómplices de su anhelo, dedicándose solo a brindarse suaves y disimuladas caricias para que nadie les escuchara, solo ansiando a volver a esa tranquilidad que poseían en las Islas Maldivas.
