𝟳 𝟭. 𝙏 𝙧 𝙪 𝙨 𝙩

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—Créeme, Corea te encantará —Onix afirmó sonriente mientras sacaba ropa del inmenso armario que poseían en la casa. Él la admiró con una sonrisa llena de ternura al oírla tan contenta, a pesar de toda esa tensión que la embargaba. No podía leerle la mente, pero sí sentirla y verla. Su cuerpecito se hallaba lleno de inquietud, pero eso no evitó que tratara de distraerse, con esa bella sonrisa que a él lo hizo sentirse pleno— te haré comer más platillos exóticos por allá. Quien sabe, incluso te convenzo de quedarte conmigo allá.

—Para este punto deberías de saber que te seguiría a donde sea que vayas —aseguró con firmeza, acomodando dentro de la maleta las prendas que ella le pasó. Ya estaba acostumbrada a sus frases azucaradas y dulces, sin embargo eso no evitó que se sintiera flotar apenas lo oyó.

—Eso me halaga, Mayor —pronunció coqueta, tirando de él para que bajase hasta su altura. Los hoyuelos del rubio se marcaron por su sonreír y ambos ya se hallaban besándose con ternura en medio de suaves risas— también iría contigo a donde fuera. No me importa si es a los Himalayas, donde puedo congelarme a pesar de estar fría todo el tiempo, yo voy contigo —aseguró, maravillándolo con todas esas promesas que los hacían felices—; si Gyeong-hui pregunta, tú cediste primero a mis encantos.

—Por supuesto que sí, es imposible poderme resistir —canturreó para ella, tomándola por los muslos para montarla en sus caderas. La castaña se rio feliz, dichosa de tener ese pequeño fragmento de calma y amor en medio de todas esas preocupaciones que la acongojaban.

En algún punto de la noche tuvieron que separarse. Debían salir a cazar e iría con él, incluso se disponía a esperarlo ya que Alice le había pedido que la ayudara con algo. No querían separarse, pero aceptaron y junto a Bella y Edward se marchó, no sin antes darle un buen beso, pidiéndole que no se tardara tanto.

Ir junto a la pareja de recién casados la abrumó, porque no quería estar de mal tercio y supuso que ellos también iban a aprovechar ese momento para disfrutar su privacidad. Trató de no estorbar mucho y solo se limitó a buscar a qué encajarle el diente. Tal parecía, les gustaba verlo como deporte, lo que la incomodó, creyente de que los animalitos no merecían eso y como siempre, se tomó la molestia de enterrar los restos de las creaturas que le brindaron alimento.

—Bella, ¿nos darías un minuto a mí y a Onix? Me gustaría conversar con ella —pidió con dulzura el cobrizo a su esposa, confundiéndolas a ambas.

—Claro —susurró, mirándolos, como si así pudiese enterarse de lo que ocurría.

En cualquier otra circunstancia, al vampiro no le hubiese importado la confidencialidad, pero aquello requería de eso mismo, más siendo algo delicado para su hermana, que le siguió calladita antes de echarse a correr hacia la montaña a donde solían ir a hablar sobre sus acongojos de la vida.

𝐁𝐚𝐝 𝐑𝐨𝐦𝐚𝐧𝐜𝐞 || Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora