Onix era un pecado, el más sensual y misterioso pecado que Jasper quería cometer.
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En el instante en que cayó bajo el hechizo de Onix Kekek, no hubo forma alguna de escapar de él, del canto que le envolvía cada vez que su...
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Por la tarde, cuando se quedó planeando junto a Rosalie los alimentos que se elaborarían para la fiesta de graduación, chilló alegre al escuchar a su hermana y a Jasper llegar. Quiso lanzarse a los brazos del rubio o a los de la menor, pero llevaban los dos gestos de preocupación que de inmediato hicieron que se quedase quieta, sin entender el porqué de sus rostros agitados.
—¿Ocurre algo? —Curioseó a Hale, que se detuvo junto a ella y le tomó la mano con suavidad, en un acción adorable que le relajó un poco— ¿Jazz?
—Hay que buscar a Carlisle, debemos hablar —murmuró con profundidad, asustándola, pero calmando y adormeciendo sus emociones al plantarle un casto beso en la redonda mejilla.
—Él no está, tiene una reunión importante en el hospital y Esme lo acompañó, ¿q-qué ocurre? —Volvió a preguntar, porque aunque la había tranquilizado, al mismo tiempo, pudo contagiarle sus nervios.
Se distrajo por un momento con ella, que le miraba impaciente, pero como siempre reluciendo demasiado preciosa para ser verdad. Nix llevaba la cara y parte del torso y brazos cubiertos de harina para hornear, lo que la hacía ver tierna y extremadamente atractiva a sus ojos. Hubiese preferido no fijarse mucho en el canalillo que se asomaba por su blusa de tirantes negra, pero era difícil... o en lo bien que se veían sus largas piernas lechosas con ese corto short azul de mezclilla rasgada.
Que bueno que no estaba Edward para escuchar sus pensamientos.
—No es... nada bueno, ¿cierto? —Curioseó, suspicaz, dispuesta a comenzar a hacer uso de su lengua audaz para robarle toda la información necesaria. Él asintió, dándole la razón, abrumado con la idea de meterla en eso— necesito que me pongan en contexto.
—Sí, lo vas a necesitar —farfulló Emmett, apurándose a la cocina.
Antes de comenzar, Alice anunció la visión que tuvo por la mañana a mitad del almuerzo cuando repartía las invitaciones para su muy esperado festejo de graduación que se celebraría en poco más de dos semanas. Al parecer, una vampiresa llamada Victoria con la que era muy difícil de dar haría acto de presencia en la ciudad, para buscar a Edward y a Bella. Solo eso, no había más, pero no tardaría en aparecer por la casa.
—¡Alto, espera un segundo! —Detuvo Nix, confundida— ¿qué se supone que tienen que ver estos dos con ella? ¿No solo eran los Vulturis los que los tenían en la mira?
—No. Hace aproximadamente un año Bella y Edward comenzaron a salir —comenzó a contar Rosalie, con hastio. Tenía bien claro el poco recibimiento que tenía para con la mortal. Si con ella había sido mala, con Isabella era mucho peor— y terminaron envueltos en una persecución con un rastreador.
—Ah, creo que sé de quién hablas —masculló. No era sorpresa.
Entre vampiros se conocían porque aunque había muchos, cuando vives por demasiado tiempo te topas con unos cuántos. Seguro hablaba de James. Se lo había topado un par de veces en algunas ciudades porque era un aventurero que recorría sin medirse el mundo, cazando y divirtiéndose como nadie.
