Luz en la oscuridad

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Diana amanece con lágrimas en los ojos, atrapada entre el mundo de los sueños y lo que en verdad sucede

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Diana amanece con lágrimas en los ojos, atrapada entre el mundo de los sueños y lo que en verdad sucede. Su pesadilla la ha dejado temblando y con el corazón todavía palpitando a un ritmo frenético, como si la angustia del sueño persistiera incluso después de despertar.

Se sienta en la cama, tratando de calmar su respiración agitada. Pero las imágenes persisten, como garras aferrándose a su mente.

Acaba de soñar con su propia muerte.

Lo que significa que vio su vida desplegarse ante sus ojos como si de una película se tratara. Todos los momentos felices, las risas compartidas, su historia de amor. Todo se mezclaba en una danza caótica de recuerdos. Y luego, la imagen de su propio rostro pálido y sin vida, rodeado de sombras, la hizo despertar con un grito ahogado.

¿Era una premonición o simplemente una manifestación de sus miedos más profundos?

Hace mucho que no tenía pesadillas tan reales como esa y ahora se pregunta si hay algo más detrás de aquel maldito sueño, algo que su subconsciente intenta decirle. Pero no encuentra respuestas.

Diana se abraza a sí misma, sintiendo la ausencia de Carl como un peso en su pecho. Confirmando así que durante años, despertar junto a su chico del sombrero ha sido su amuleto contra las pesadillas. Pero ahora, con él fuera de la habitación, la angustia regresa con más fuerza.

El sonido de pasos apresurados la saca de sus pensamientos y luego abren la puerta. Carl entra, seguido de cerca por Harry porque la escucharon llorar. La mirada preocupada del chico del sombrero se encuentra con la de su chica misteriosa.

— Diana...

— ¡Mamá!

— ¿Qué pasó, hermosa? —pregunta Carl preocupado, sentándose a su lado en la cama.

— Tuve una pesadilla —dijo Diana.

Carl le da un beso en la frente, sus labios cálidos y reconfortantes. En ese gesto simple, Diana encuentra consuelo y seguridad. No necesita decir más; él entiende. Ha estado allí para ella desde el principio.

— Hace tanto que no sucedía —le dijo Carl, su voz suave y reconfortante—. ¿Cómo estás? ¿Fue por qué te dejé durmiendo sola un momento?

— Es probable. Pero debo olvidarla porque no ha sucedido y no sucederá —dijo Diana.

— Papá estaba conmigo. Entonces ha sido mi culpa, mamá —comenta Harry.

— Claro que no, cariño —le dijo Diana.

El pequeño Harry se acerca a su madre para abrazarla. Sus brazos pequeños la rodean, y en ese gesto de amor y consuelo, Diana siente que la pesadilla se aleja un poco más. 

— También tuve una pesadilla —le dijo Harry.

— Por eso fui a verlo, lo escuché llamarme y resulta que seguía dormido —dijo Carl.

— ¿De qué trataba tu pesadilla, Harry? —pregunta Diana.

— Algo muy feo, mejor prometan que siempre estarán conmigo —dijo Harry.

— Te lo prometemos, nunca los dejaremos solos a ti y a tu hermana —le dijo Diana.

— Siempre los cuidaremos —asegura Carl.

— Los amo —sonreía Harry.

Entonces los tres se abrazan. Después ven que alguien entra por la puerta. Es la hija menor de Carl y Diana. La niña, con ojos curiosos y cabello alborotado, se acerca tímidamente. Su nombre es Luna, y aunque es la más pequeña de la familia, su presencia ilumina la habitación.

— ¿Fiesta de abrazos? —pregunta Luna.

Aún luce adormilada, con voz somnolienta y se frota los ojos con sus pequeñas manos. De forma que sus pestañas, largas y enmarañadas por el sueño, se entrecierran mientras intenta comprender la escena frente a ella. 

Luna corre a la cama para también unirse al abrazo. Carl y Diana la reciben con sonrisas cálidas, como si supieran que su llegada completa el círculo. Harry la abraza con ternura y juntos forman un escudo contra los terrores nocturnos. Durante el abrazo compartido, los cuatro corazones laten al unísono, como una melodía que disipa cualquier sombra.

En ese momento, fue que Diana confirma que no está sola; tiene a su familia, su refugio seguro en medio de la oscuridad.

El Chico del Sombrero • Carl GrimesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora