Capítulo 37 • Los Susurradores

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Temprano por la mañana, cuando Diana despierta y decide levantarse tratando de no despertar a Carl, los brazos de su chico del sombrero la rodean abrazándola para evitar que se aleje

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Temprano por la mañana, cuando Diana despierta y decide levantarse tratando de no despertar a Carl, los brazos de su chico del sombrero la rodean abrazándola para evitar que se aleje. Así que alguien no estaba realmente dormido y para ella fue inevitable sonreír, sintiendo las manos de Carl alrededor de su cuerpo.

— Carl, es hora de levantarse —le dijo Diana.

— Lo sé, pero estar así me hace olvidarme de las preocupaciones que hay allá afuera —confiesa Carl.

— Igual a mi —dijo Diana, mirándolo—. ¿Quieres que nos quedemos unos minutos más así?

— Sí, por favor —le dijo Carl.

— Bien —sonríe Diana.

Acercándose más a su rostro, es que Diana le da un dulce beso en los labios al mismo tiempo que Carl la atraía más hacía su cuerpo. Lo que podría llevarlos a que en ese corto tiempo, hagan algo más que solo besarse.

Mientras tanto, lo demás residentes empezaban su rutina diaria. Pero es cuando Tara convoca a una reunión para discutir el plan de búsqueda hacía los que salieron y seguían sin regresar, temiendo a que estuvieran en peligro.

Entonces, junto a otros dos habitantes más. Los que asistieron a esa junta fueron Alden, Enid y Sergio. El hermano de Diana estaba decidido a salir afuera porque quería apoyar en la comunidad aprovechando que no tenía que vigilar a Henry, quien seguía castigado y encerrado en las mazmorras.

— ¿No deberíamos esperar? Michonne salió hace a penas unas horas —le dijo Alden.

— Pero los demás salieron hace casi un día —dijo Enid.

— Por lo que dijo Rosita y lo que sabemos sobre los Susurradores, es peligroso que sigan allá sin saber a quienes se enfrentan —menciona Sergio.

Tara se queda en silencio, tratando de mantener la calma y espera a que ellos propongan lo que harían.

— ¿Marco? —le pregunta Tara.

— Formemos dos grupos de tres personas y vayamos en círculo a ver que encontramos —dijo Marco.

— Está bien, hagámoslo. Una vuelta sin riesgos y dile a Oscar que venga, hará falta uno más —indica Tara.

— Yo iré.

Habían sido interrumpidos por la llegada de Luke, quien se ofrecía como voluntario para poder contribuir en la comunidad. Lo miraron sin estar muy seguros de ir con un recién llegado.

— ¡Hola, soy Luke! —exclama Luke—. Dijeron que necesitaban una mano y yo tengo dos, los puedo ayudar.

— Le diré a Oscar —lo ignora Marco.

— No, no. Connie y Kelly están ayudando en la huerta. Magna y Yumiko están allá afuera. Yo también quiero colaborar —insiste Luke.

— Que venga con nosotros —dijo Alden.

El Chico del Sombrero • Carl GrimesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora