Capítulo 82 • Siempre en sus corazones

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En la mañana, la chica misteriosa se despierta con Carl a su lado observándola muy atento

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En la mañana, la chica misteriosa se despierta con Carl a su lado observándola muy atento. La luz del sol se filtraba a través de las cortinas, pintando rayos dorados en la habitación. Sus miradas se encontraron de inmediato y él le sonrió tiernamente.

— ¿Cómo te sientes hoy, hermosa? —pregunta Carl, acariciando su mejilla.

— Muy bien, segura de que ya estoy por completo recuperada —le dijo Diana—. Sabes, aún no puedo creer que estemos esperando un bebé.

— Es increíble, ¿verdad? Nuestro propio pequeño milagro —dijo Carl, después se inclinó para besarla en la frente—. ¿Has tenido algún antojo últimamente?

— ¿Antojo? —pregunta Diana.

— Vamos, puedes decírmelo —le dijo Carl.

— Sí, de hecho. Anoche soñé con una barra de chocolate con relleno de caramelo. Saca tu varita y aparecerá con un simple encantamiento —bromea Diana.

Carl se reía:— Lastimosamente no hago trucos mágicos, pero hallaré la forma de cumplir tu deseo —dijo, levantándose de la cama y poniéndose su camiseta.

Diana sonrió, negando con la cabeza por sus ocurrencias. Estuvo a punto de decirle que no era necesario, pero quería ver hasta dónde llegaría Carl para conseguirlo, siempre y cuando no fuera peligroso.

— Mi misión de hoy es encontrar esa barra de chocolate para ti —le dijo Carl, decidido.

Se acercó y le dio un beso en los labios, luego salió de la habitación. Pero se detuvo en el umbral de la puerta.

— Te amo, Diana —dijo Carl, con sinceridad.

— Te amo también, Carl —respondió Diana, con una sonrisa.

El chico del sombrero salió de la casa y mientras recorría las calles de Alexandria, pensó en lo afortunado que era. No solo iba a ser padre, sino que también tenía a Diana a su lado, compartiendo este hermoso momento juntos y cumpliendo hasta el final todas las promesas que se han hecho.

Durante ese tiempo, la chica misteriosa se levantó con suavidad de la cama y bajó las escaleras. Se dirigía hacia la cocina para preparar el desayuno.

Solo que antes de llegar algo la detuvo.

Empezó a observar el retrato de la repisa. Era una fotografía de Diana y Sergio, con su madre sonriendo con ojos llenos de vida.

Por lo que se quedó allí, mirando la imagen con nostalgia. El recuerdo de su madre seguía vivo en su corazón, pero tener donde admirarla cuando lo necesita también se siente bien.

Entonces, un pensamiento cruzó su mente y nadie la convencerá de no hacerlo. Pero está vez no iría sola. Tiene que ser una sorpresa para Carl, así que le pediría apoyo a alguien más. Una persona que también conoce y sabe como llegar al lugar donde Diana encontrará lo que quiere buscar. Hoy en día, la situación es diferente porque poseen la ventaja de que les pueden prestar helicópteros para el viaje.

El Chico del Sombrero • Carl GrimesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora