Capítulo 74 • Nadie me detendrá

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Diana había encontrado en uno de los gabinetes un arma de electrochoque, aprovechando muy bien el momento que Corbin se distrajo para mostrarle el sombrero

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Diana había encontrado en uno de los gabinetes un arma de electrochoque, aprovechando muy bien el momento que Corbin se distrajo para mostrarle el sombrero.

Así que lo atacó con descargas eléctricas para inmovilizar sus brazos y piernas temporalmente. Corbin sentía como si su carne se incendiara desde adentro, sus músculos se retorcían y su grito se atasca en la garganta. Diana estaba furiosa, de modo que lo incapacitó casi por completo. Pero aún tenía que sacarle mucha información y tuvo que detenerse antes de acabar con él.

— Me vas a matar, ¿cierto? —pregunta Corbin.

— Ya lo verás —le dijo Diana.

— No tienes que hacer esto —dijo Corbin.

— ¿Piensas que tienes opción? —cuestiona Diana utilizando su mismo juego mental—. Lo cierto es que no me conoces. Si lo hicieras, no habrías creído equivocadamente que podrías engañarme para lograr tus fines.

— Eres inmune, tu deber es sacrificarte por y para todos —le dijo Corbin.

— No dejaré a mi hijo sin madre —dijo Diana.

— Tienes que entender que eres la última esperanza para la humanidad. Ahora estás siendo demasiado egoísta con el mundo, Diana —asegura Corbin.

— Mi único mundo es mi gente. Dime, ¿dónde está el dueño de ese sombrero? —le pregunta Diana.

— No lo sé —dijo Corbin.

Diana vuelve a atacarlo con descargas eléctricas para lastimarlo y que hable con la verdad. Cada descarga es una puñalada que le atraviesa el cuerpo, dejando cicatrices invisibles pero indelebles. Así que por el dolor que le causa revelaría más de lo que espera.

— ¡De verdad no lo sé! El Mayor General Beale se encargó de él porque se equivocaron, a quien debían traer es a tu hermano —explica Corbin.

— Cometieron un grave error al secuestrarnos –le dijo Diana.

— Es lo que debe hacerse, había que encontrar a  la hija y los nietos de la señora Lisa —dijo Corbin.

— ¿También a mi madre? —pregunta Diana.

— Sabíamos que sería más difícil porque ya no tiene la misma marca de nacimiento, pero ustedes nos llevarán donde ella —le dijo Corbin.

— Está muerta —dijo Diana con frialdad.

— No me sorprende —murmura Corbin.

— Sergio tampoco tiene ya la marca de nacimiento. ¿Alguna teoría de por qué? —le pregunta Diana.

— ¿Le pusieron sangre de alguien más? Supe que a tu madre también y entonces llegué a esa conclusión. Parece que sus marcas de nacimiento son muy singulares porque desaparecen si su sangre inmune es contaminada. Lo que significa que todo está conectado con su inmunidad —explica Corbin.

El Chico del Sombrero • Carl GrimesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora