Capítulo 83 • Bienvenidos a la Mancomunidad

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Al día siguiente, el grupo se preparó para partir

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Al día siguiente, el grupo se preparó para partir. Los helicópteros estaban listos, y Diana se sentía ansiosa por descubrir quién la esperaba en aquella comunidad. Pero como lo único que estaban logrando era preocuparla, el chico del sombrero se acercó a ella.

— Diana, sé que estás nerviosa. Pero confía en mí. Te aseguro que la persona que te espera es alguien especial para ti. Nos ayudó cuando más lo necesitábamos —le dijo Carl, acariciando su rostro con ternura.

Ella asintió, tratando de calmar sus emociones. Aunque no le gustaba que tuviera que ser una sorpresa y trataría de descifrar de quien se trata durante el camino allí.

Los helicópteros despegaron, y Diana miró por la ventana mientras sobrevolaban los bosques y las carreteras desoladas. La vista desde arriba era impresionante y aterradora a la vez.

Pronto, la Mancomunidad apareció a lo lejos: un refugio seguro en medio del caos.

A medida que se acercaban, la chica misteriosa recordó los momentos difíciles que habían vivido. La lucha contra los caminantes, las traiciones, las pérdidas. Pero también recordó la solidaridad, la amistad y la esperanza que habían encontrado en su camino.

El aterrizaje fue suave, en un claro cerca de la Mancomunidad. Diana bajó con las piernas temblorosas y con su corazón latiendo rápido. Allí, en la entrada, estaba Amanda, esperándola con una sonrisa cálida.

— ¡Diana, querida! —exclama Amanda—. Ha pasado tanto tiempo. 

La chica misteriosa la abrazó con fuerza. Amanda había sido su aliada en el pasado, una voz amable en medio de la oscuridad dentro de los muros del Santuario. Ahora, aquí estaba, lista para revelar secretos y recuerdos.

— No lo puedo creer, pensé que no volvería a  verte. ¿Cómo llegaste aquí? —pregunta Diana.

— Hay mucho que contarte —le dijo Amanda—. Pero primero, conoce un poco el lugar y después búscame para tomar algo en mi oficina.

Amanda, con su porte firme y voz resonante, se adelantó hacia el grupo. Los soldados de armadura blanca flanqueaban las puertas de la Mancomunidad, sus miradas vigilantes pero no hostiles. Con un gesto, la líder indicó que los invitados debían seguir adelante.

— Bienvenidos a la Mancomunidad —dijo Amanda, su tono muy acogedor—. Aquí encontrarán seguridad, recursos y una comunidad dispuesta a luchar en conjunto por un futuro mejor. Por favor, pasen.

Diana miró a su alrededor, sintiendo la tensión y la esperanza en el aire. Los demás miembros del grupo seguían a Amanda, cruzando el umbral hacia un nuevo capítulo en sus vidas.

Así que todos se dispersaron por los pasillos de la Mancomunidad, explorando su nuevo entorno.

La chica misteriosa caminó junto a Carl, observando a su alrededor. Aquí la vida parecía una extraña combinación del mundo antes del apocalipsis y el mundo actual. Los residentes iban y venían, algunos con uniformes de trabajo, otros con ropas más informales. Los niños jugaban en un rincón, riendo y persiguiéndose, como si no supieran que afuera acechaban los caminantes.

El Chico del Sombrero • Carl GrimesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora