Capítulo 3 • La promesa

3.8K 248 31
                                    

Han pasado varios meses, y continuamos viviendo en esa casa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Han pasado varios meses, y continuamos viviendo en esa casa. Mi padre está seguro de que no hay peligro mientras las bestias no vengan de la ciudad. Las malas energías siguen presentes en la residencia, pero nos hemos acostumbrado.

En todo este tiempo, he mejorado mucho al momento de sostener un arma y clavar un cuchillo. Así que estoy lista para salir al bosque sola.

Anteriormente, íbamos con Sergio al bosque a buscar a la anciana. Solo que nunca la encontramos, no sabíamos donde vivía. Pero hoy estoy decidida a encontrarla y mi hermano no pudo venir porque se ha quedado con nuestro padre afilando cuchillos.

Al caminar por el bosque, escuché que una de esas bestias se acercaba haciendo un ruido horrible. Al parecer, están viniendo de la ciudad. Aunque puede ser de alguna de las granjas que hay a los alrededores, según papá.

Saqué el cuchillo que traía en mi bota, debía ser cuidadosa y era mejor no hacer ruido con el arma para no atraer más bestias.

Me acercaba a la bestia en silencio, para luego darle una patada haciendo que caiga al suelo. La bestia gruñía cada vez más fuerte, asi que me apresuré y le clavé el cuchillo en el cráneo. No me gustaba decirles bestias, por alguna razón. Quisiera encontrar otra forma para llamarlos.

Continúe caminando hasta que a unos metros de donde yo estaba, había una casa pequeña. Ahí tenía que vivir la anciana, entonces me acerqué rápidamente.

Al tocar la puerta, no recibí respuesta. Por lo que fui a observar por la ventana, pero fue una mala idea porque un fuerte golpe al otro lado del vidrio me hizo dar un respingo.

Se trataba de aquella anciana convertida en una de esas bestias, tratando de romper el cristal. Lo más probable era que fue mordida y por eso se convirtió. Sin embargo, sentí que era poco probable porque ella no hubiese podido huir o matar a uno de ellos como para quedarse solo con una mordida. Debía haber alguna otra explicación.

Lo mejor era alejarme de esa casa, no iba a quedarme corriendo el riesgo de que se rompa el vidrio. Es triste que la anciana haya muerto sin saber la historia de ese niño que murió en sus brazos.

En fin, decidí explorar más lejos. No iba a perderme porque llevamos tiempo viviendo aquí y ya me conocía el camino de vuelta a esa casa.

Exploré unos minutos el bosque, mirando en todas las direcciones por si aparecía una de esas bestias. Todo estaba silencioso, lo único que se podía oír era que cada que daba un paso sonaban las hojas crujir en el suelo.

Todo estaba tranquilo, hasta que escuché algo. Una de esas bestias gruñendo muy cerca de donde estaba, así que di unos pasos y me escondí detrás de un árbol.

El Chico del Sombrero • Carl GrimesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora