Capítulo 5 • Perdón mamá

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Han pasado unos meses desde que llegamos al Santuario

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Han pasado unos meses desde que llegamos al Santuario. Nuestra estadía aquí ha sido muy grata y tranquila. Este lugar se ha convertido en un verdadero refugio para nosotros, un hogar donde hemos encontrado paz y estabilidad.

Mi padre se ha dedicado a proteger el Santuario, patrullando los alrededores y asegurándose de que ningún peligro se acerque. Su experiencia y liderazgo han sido fundamentales para mantener la seguridad. Mi madre, por su parte, se encarga de administrar las municiones, asegurándose de que siempre haya suficiente para repartir cuando sea necesario. Su organización y meticulosidad han sido clave para el funcionamiento del refugio.

A Sergio y a mí nos han enseñado a usar toda clase de armas. Desde pistolas y escopetas hasta ballestas, hemos aprendido a manejarlas con destreza. Incluso nos han instruido en cómo detonar granadas de manera segura. Todo esto con el objetivo de defendernos tanto de los caminantes como de posibles amenazas humanas. Pero aunque hemos adquirido muchas habilidades, aún nos falta práctica en algunas áreas, y seguimos perfeccionando nuestras técnicas día a día.

El Santuario ha demostrado ser un lugar donde podemos aprender y crecer, desarrollando habilidades que nunca imaginamos necesitar. A pesar de las dificultades, hemos encontrado una comunidad que nos apoya y nos brinda un sentido de pertenencia.

Durante mi estadía en el Santuario, me hice amiga de Amanda, la señora que se encargaba del lavado de ropa junto a otras mujeres y algunos hombres. Amanda es muy amable y se lleva bastante bien con mi madre. Me contó que se ha quedado sola porque su marido murió hace poco debido a un infarto, y ella tuvo que dispararle en el cráneo para que no se convirtiera en caminante. Esto me recordó que las maneras de morir por causas naturales aún eran posibles, y que al fallecer, uno se convertiría en caminante si nadie lo impedía.

Amanda me mostró la biblioteca que habían ido agrandando con el tiempo. Al contarle que le había pedido a mi padre que me trajera algún libro si encontraba, ella me llevó a este lugar especial. No a muchos de los hombres les parecía importante traer libros cuando salían por provisiones, pero algunos sí lo hacían, y así fueron recolectando una buena cantidad de ellos.

Siempre tomaba prestado un libro para leer, ya que mi padre nunca pudo traerme uno. Estoy empezando a creer que no lo hace porque no le parece importante. Pero lo es para mí, lo cual debería motivarlo. Sin embargo, ha estado muy ocupado dando órdenes y pasando por encima de las decisiones de Dwight. A pesar de esto, la biblioteca se convirtió en mi escape de la rutina diaria.

Pensaba que en el Santuario podríamos tener una vida casi como la de antes, que allí todo sería diferente y que al fin habíamos encontrado un hogar donde permanecer juntos. Sin embargo, hoy tomamos la decisión de salir al bosque con mi madre y mi hermano. Hacía mucho que no salíamos, y yo extrañaba el aire fresco, el crujir de las ramas bajo nuestros pies y el sonido de las pocas especies que aún habitaban el lugar. Además, era importante no olvidar cómo defendernos de los caminantes.

El Chico del Sombrero • Carl GrimesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora