Entre la realidad y la pesadilla

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Diana se encontraba en un limbo entre la realidad y la pesadilla

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Diana se encontraba en un limbo entre la realidad y la pesadilla. Pero todo parece tan real porque duele como si lo fuera.

El consultorio que hay en Alexandria, con sus paredes desgastadas y la luz fluorescente parpadeante, parecía un escenario de una inminente tragedia. Además que el hombre que estaba ahí como médico de la comunidad no era Siddiq.

Corbin Curie ocupaba su lugar.

Diana apretó los puños, sintiendo la opresión en su pecho. La noticia que Corbin le había dado resonaba en su mente como un eco doloroso. La misma enfermedad que había llevado a su abuela al borde de la muerte ahora amenazaba con hacer lo mismo con ella. El mundo exterior estaba en ruinas, pero dentro de su cuerpo, la devastación era aún más implacable.

— No hay nada que hacer —pronuncia Corbin con voz grave.

La chica asintió, luchando contra las lágrimas. Sabía que no había cura, que su destino estaba sellado. La enfermedad avanzaba sin piedad, consumiendo su fuerza y esperanza.

— Sé que no —dijo Diana.

— Lo siento —le dijo Corbin.

— No es su culpa, es culpa de este mundo destruido... Será mejor que me vaya.

Diana se levantó, sintiendo el suelo temblar bajo sus pies. Era como si el consultorio se estrechara a su alrededor, como si las paredes quisieran atraparla.

Se dirigió hacia la puerta, decidida a enfrentar su destino sola. No tenía mucho tiempo. Quizás semanas, tal vez menos.

Pero antes de salir, se volvió hacia Corbin.

— Curie —murmuró Diana—. No quiero que nadie lo sepa. Yo decidiré cuando se lo digo a Carl y los demás. Por favor, hágame ese favor.

— Entiendo —dijo Corbin.

Ahora compartían el peso de un secreto que cambiaría todo porque en ese pequeño consultorio. En medio del caos y la desolación, Diana tomó una decisión que sellaría su destino.

Salió del consultorio a toda prisa, el corazón martilleándole en el pecho. Corrió hasta llegar a su casa, donde subió las escaleras con la urgencia de quien huye de un destino ineludible. Una vez ahí, se apresuró a tomar una ducha, dejando que el agua caliente la envolviera. Luego se sentó en el suelo, abrazándose a sí misma, mientras las lágrimas se mezclaban con las gotas que caían sobre su piel.

No podía imaginar qué sentiría Carl cuando se enterara. No soportaría verlo así, desgarrado por la noticia. No quería ser la causa de su dolor. Su chico del sombrero es fuerte, ha sobrevivido a muchas tragedias en este mundo despiadado. Pero esto… esto era diferente. No había caminantes, ni enemigos a los que enfrentar. Solo una enfermedad silenciosa que avanzaba sin piedad. Diana temía que su valiente esposo se rompiera al enterarse.

El Chico del Sombrero • Carl GrimesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora