Capítulo 62 • Voy a matarte, perra

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Al día siguiente, había una situación afuera de los muros de Alexandria

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Al día siguiente, había una situación afuera de los muros de Alexandria. Una pequeña horda se agrupó cerca a la entrada y por el ruido cada vez llegaban más. De manera que para no arriesgarse, algunos residentes salieron a acabar con ellos antes de que pudiera empeorar y salirse de sus manos.

Pero Diana no acompañó a su chico del sombrero a encargarse de los caminantes con los demás. Ayer fue un largo día y quería descansar en casa cuidando a los pequeños Grimes.

Todo indica que Carl le había pasado a Judith y RJ su miedo de perder a Diana porque no quisieron despegarse de ella hasta que tuvieron que irse a la escuela. No sin antes darle un fuerte abrazo y beso en la mejilla.

Diana ahora estaba sola en la sala, comenzando a leer desde el primer libro su saga otra vez. Pensando si algún día realmente podría terminar la historia y le encantaría lograrlo. Solo que aunque esta convencida de que era casi imposible, ya no lo es tanto.

La verdad es que Daryl había encontrado el último, pero le dijo que no piensa dárselo hasta encontrar el sexto.

Solo que como Glenn y Maggie han traído comida que duraría mucho tiempo, no tenía excusa para irse de nuevo. Lo que para Diana era mejor porque le hacía mejor tener a Daryl cerca y esperaba que fuera por una larga temporada.

Diana estaba muy sumergida en su lectura, tratando de olvidar de esa forma lo duro que fueron los acontecimientos de horas anteriores. En un rato iría a casa de Sergio para saber como seguía de su esguince y luego iría al portón para ver que ocurría con la pequeña horda que ha tenido a los demás ocupados toda la mañana.

Pero en ese momento, escucha que alguien golpea la puerta de su casa con algo de impaciencia.

Así que Diana se levanta del sofá, aún con el libro en su mano y se acerca para abrir con algo de confusión por la manera en que tocaron.

Solo que para su sorpresa, no había nadie afuera.

Después de mirar a los alrededores, se convence de que es muy probable de que haya sido su imaginación porque todo parecía estar controlado en la comunidad. La gente trabajando adentro mientras afuera lidian con algo que solía suceder frecuentemente.

Vuelve a cerrar y empieza a caminar regresando tanto al sofá como a su fantástica lectura.

Pero no pudo llegar a ninguno.

Alguien le puso una mordaza con fuerza y la sostuvo por la cintura para evitar que escape. Diana deja caer su libro para librarse de su agarre, luchando con una rápida desesperación y tratando de gritar sin éxito. Pero fue cuando siente que sus ojos comienzan a cerrarse, hasta que vio todo negro.

Su último pensamiento antes de desmayarse fue que esto no había terminado, tenían otro enemigo dentro de los muros de Alexandria.

¿Acaso no se podía confiar en nadie?

El Chico del Sombrero • Carl GrimesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora