Capítulo 42 • Nuestra madre estuvo aquí

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Lydia y Sam estaban muy entretenidos con la comedia, hasta que fueron sorprendidos por su madre sentándose juntos a ellos y pidiéndoles que hagan silencio

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Lydia y Sam estaban muy entretenidos con la comedia, hasta que fueron sorprendidos por su madre sentándose juntos a ellos y pidiéndoles que hagan silencio. Tenía una peluca rubia para pasar desapercibida, aunque pronto se dieron cuenta que era cabello real.

Fue entonces cuando Alpha escoltó a sus hijos fuera del espectáculo para intentar convencerlos de regresar con ella, nadie más se había dado cuenta de su inquietante presencia.

— ¿Dónde está Elizabeth? No la vi por ninguna parte —dijo Alpha.

— No sabemos —le dijo Lydia.

— Lizzie se quedó en el campamento con tu grupo —menciona Sam.

— Mentira, desapareció al mismo tiempo que ustedes —le dijo Alpha.

— No la vemos desde que nos fuimos —dijo Sam.

— ¡Cobardes! Traicionaron nuestros valores, vendrán conmigo —ordena Alpha.

— No, creemos en estás personas —dijo Lydia.

— Son una comunidad agradable, donde nos tratan como lo que en verdad somos: Humanos —le dijo Sam.

— Les envenenaron las ideas —dijo Alpha.

— Solo nos cansamos de la vida que nos impusiste, estoy tan contento de que ahora Lydia también se diera cuenta. Nos quedaremos aquí, donde se cuidan el uno al otro y nos protegen —expresa Sam.

— Te matarían con tal de hacerlo, solamente tenemos que gritar. Así que vete, déjanos en paz a nosotros y a está gente. O lo haré, Gritaré —le advierte Lydia.

Tras ser amenazada por Lydia de gritar por ayuda si no se marchaba, la desquiciada mujer se acerca más a ella descontenta con sus palabras.

— Arriesgué todo por ti, eres mi pulga. Solo hice lo que tenía que hacer, lo que hace una madre para proteger a sus hijos —dijo Alpha.

Pero en ese instante, fue que Lydia se revela y le muestra sus heridas en el brazo. Sam observaba atento, estaba decidido a protegerla aunque signifique enfrentarse a su propia madre.

— Sé lo que hiciste, tuve que vivir con eso toda mi vida. Pero no quiero que estás personas te hagan daño. Quiero que te vayas. Vete, por favor. Es lo único que queremos. Te estamos dando una opción, que es más de lo que nos diste en la vida —le dijo Lydia.

— Por una vez escúchanos y déjanos ser felices con la vida que nosotros elegimos. Lydia y yo vamos a estar bien aquí porque nos tenemos el uno al otro —dijo Sam.

— Sí, mamá —confirma Lydia.

— No me llames así, ya lo sabes. Tu hermano puede quedarse, no me importa. Pero tú vendrás a casa, yo soy tú y tú eres yo —le dijo Alpha.

— Yo no voy a separarme así de mi hermano, quiero quedarme con él aquí. Con esta gente porque son humanos, no son perfectos. Solo son humanos. Es todo lo que quería y lo que tú nunca me diste —dijo Lydia.

El Chico del Sombrero • Carl GrimesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora