Capítulo 30 • Eres el mejor

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Una vez que Diana llega junto a Carl hasta Alexandria, se aseguraron de que nadie los viera

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Una vez que Diana llega junto a Carl hasta Alexandria, se aseguraron de que nadie los viera. Los residentes comenzaban a hacer sus primeras actividades del día y conforme avanzaron escondiéndose entre las casas, vieron a Rick y Michonne jugando con Judith en el parque de Alexandria. Parecían estoy muy felices, así que ni siquiera habían notado que ellos no llegaron a dormir esa noche a la comunidad.

Pero aún así, lo mejor sería que vayan a casa para cambiarse de ropa y asearse.

Solo que mientras estaban escondidos, alguien los habían visto actuando muy sospechosamente.

— ¿De quién se esconden?

Se trataba de Rosita. Así que Diana le sonreía, para tratar de disimular y hacerle creer que estaba equivocada, que no se esconden.

— Buenos días, Rosita —le dijo Diana.

— ¿De quién se esconden? —insiste Rosita.

— No nos estamos escondiendo —dijo Diana.

Pero Rosita se dio cuenta con facilidad por las armas, mochilas y ropa sucia que ellos habían estado afuera.

— ¿Acaban de llegar? —pregunta Rosita.

— Salimos un rato al bosque —responde Diana.

— ¿Tan temprano? —le pregunta Rosita.

— Sí, no podíamos dormir —dijo Carl.

Fue evidente que Rosita no les creyó por la sonrisa que traía en su rostro y solamente negó con la cabeza, ya no iba a hacer más preguntas.

— Entiendo, solo tengan mucho cuidado —dijo Rosita.

Sin más, ella se alejó entre risitas. Era muy amiga de Diana desde la primera conversación que tuvieron, tal vez no tan cercana como Enid por la diferencia de edad. Pero lo era y sabía que ahora podría hablar con mucha más confianza con ella.

— No nos creyó, ¿verdad? —pregunta Carl.

— No del todo —dijo Diana.

Lo dos rieron, entonces dejaron de esconderse y simplemente siguieron su camino hasta la casa sin encontrarse con nadie más.

Una vez ahí, subieron hasta su habitación y dejaron sus armas. Debían tomar una ducha.

— Tu primero para que luego salgas a hacerte ver con Rick y Michonne —le dijo Diana.

— Lo haré, pero...

— ¿Pero?

— Tal vez podriamos ahorrar agua —propone Carl.

— Buen intento, pero será en otro momento. Te lo prometo —dijo Diana.

Carl sonreía ante esa respuesta y debido a que sus pensamientos solo estaban en lo que hicieron esa madrugada, se apresuró a salir de la habitación porque estaba seguro de que necesitaba una ducha de agua fría cuanto antes.

El Chico del Sombrero • Carl GrimesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora