Capítulo 76: Enemigo.

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Capítulo 76: Parte dos.

Bum.

Apreté mi quijada.

Bum.

El color gris permanecía, mirando fijamente a sus manos.

Bum.

Me duele.

Bum.

No puedo odiarte.

Bum.

Tengo miedo.

—Siempre fue reconfortante ver ese color adornando tu iris— Gadrel mantuvo su distancia de Ethan —siempre sentí que ese color nos pertenecía, nos hacía iguales.

Suprimir todo el dolor que me envolvía era imposible, no podía si quiera dejar de mirar a Ethan y sus manos envueltas en magia, lo anterior había puesto fin a todas mis esperanzas y la negación acabó, estaba devastada.

—Te advertí que te arrepentirías por haberlo tocado— la manera juguetona y despreocupada en la que hablaba Gadrel me hacía sentir incompetente al escucharlo— tengo controlado cada parte de ti, incluso tus emociones.

Resoplé sonriendo para después asentir.

—Sí, ya lo entendí— fije mi mirada en él, una mirada de odio, de impotencia, quería asesinarlo ahí —ahora lárgate.

—Todo de ti me pertenece— se giró —puedo destruir todo lo que te importa— siguió balbuceando a la lejanía, podía escuchar sus risitas—tu Compañero, tu Amicum, tu familia, tus soldados— de pronto volvió a girarse para mirarme, ahora con una seriedad inmutable— tú.

Sus ojos dieron un destello de color negro al mismo tiempo que una punzada caló en la herida de mi costado que había olvidado, no reaccioné ni me moví ni un milímetro, pero la verdad es que quería doblegarme y gritar.

—Sería agradable si te arrodillaras para mí— sopesó la idea —después de tantas humillaciones el día de hoy, definitivamente el que te arrodillaras me haría totalmente...

—Gadrel— el débil llamado a su costado lo detuvo— es suficiente, vámonos—Einar me miró y asintió.

—...totalmente feliz— continuó con sus palabras, al parecer ignorando el pedido de su Amicum, una espesa niebla como la que alguna vez había controlado Nicole y Serena cubrió en su totalidad su mano derecha.

—Dije lárgate— volví a sostener la lanza— siguen siendo mis tierras, mi territorio, Gadrel.

Al terminar de hablar, los dos Guardianes transformados llegaron a mi lado, ambos imponentes y bestiales, gruñendo para ellos. Gadrel los miró despreocupado, pero aun así la niebla en sus manos se extinguió.

El día en el que te sometas ante el enemigo, perderás la confianza de tus seguidores y tu reinado caerá— murmuró con familiaridad, en su tono de voz se filtraba la advertencia y el presagio.

Fue lo último que pronunció el líder de los solitarios aquel día, dio media vuelta como lo había hecho antes transformándose e internándose en los límites de la manada, después, todos sus solitarios lo siguieron, Serena esperó un poco más y avanzó sin separarse totalmente del Soldado Renaciente, por fin el chico miró por última vez en mi dirección, sus ojos verdes volvieron, la dureza e inexpresión de antes se esfumaron.

De nuevo estaba él.

—Ethan...— extendí mi mano en su dirección.

Si solo pudiera...

Mi Luna AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora