Capítulo 61:
Sostuve mi pecho, ya había pasado bastante tiempo desde que el último recuerdo se esfumó, ahora solo me quedé mirando por la ventana, el sol relucía y sus rayos tocaban mi rostro.
Estaba agotado, pero no quería dormir por temor a lo que podía pasar durante mi sueño, ya no quería ver más recuerdos, no quería verme a mi haciendo todo aquello.
Una débil lágrima escurrió por mi mejilla, no hice nada por detener el llanto que se aproximaba, mientras que mi mano sostenía la fotografía de ambos como si mi vida dependiera de ello.
Suevamente tocaron mi recamara, salí de mi estupor y limpié mi rostro.
—Pase— miré sobre mi hombro y vi a mi padre en la puerta.
—Jev— a su lado estaba mi madre— ¿cómo te encuentras? — la hostil voz de mi padre continuaba.
—Estoy bien— sorbí mi nariz y volví a limpiar mis mejillas poniéndome de pie— Me bañaré y me pondré al corriente con la manada, hablaré con ella y explicaré el deceso y traición de Nicole, solo al menos denme 20 minutos y estaré preparado.
—Hijo...
Seguí el camino hacia el baño.
—Jev— pronunció mi padre, me detuve pero no volteé a verlo, él no dijo nada y asentí, sé lo que quería.
—No, padre— me volví a girar encontrándome con su indiferente mirada— no traicioné a la manada Agua ni a ninguna otra, no sabía de lo que Nicole era parte, no tengo pruebas suficientes para presentarle, solo tengo mi palabra, aunque... sé que no vale ahora.
—Tu madre me contó lo que pasó, tus recuerdos influenciados.
—De verdad no quiero hablar de ello estoy cansado — lo interrumpí—y por supuesto no lo culpo, mis acciones pasadas pesan tanto, lo sé— los miré, se lo miserable que podía estar en ese momento— que me dieran las espalda ahora es lo que merezco.
Concluí nuestra conversación y nuevamente les di la espalda.
—Aidan está mal— mi cuerpo se tensó al escuchar su nombre— cayó en cama, al parecer la magia que obtuvo en la pelea del Soldado Renaciente tuvo sus secuelas y como sabrás, nosotros no tenemos cara para ir a visitarla.
Miré la fotografía aun en mis manos apretándola, de verdad dolía.
—Yo tampoco tengo la suficiente valentía para ir a verla— tragué saliva evitando con todas mis fuerzas volver a llorar.
—Debes aclarar esto, dejar que ella sepa la verdad.
—Lo hice, madre— mi barbilla tembló y mi respiración se agitó mirándola directamente a los ojos— lo hice y no fue lo mejor— busqué dónde sentarme, cerré mi ojos y froté mi cara con frustración.
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Mi Luna Azul
Hombres LoboEl Renacer de Illazki. "El pelaje negro resurgirá entre las cenizas ciñéndose en el delicado cuerpo de una mujer, sus ojos rojos por la furia, grises por el dolor, azules por la felicidad y cafés por la tranquilidad. Los cuatro elementos a su m...