Capítulo 57: Magia y Elementos

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Capítulo 57:

Los elementos son poderosos, la Madre luna me había elegido para acabar la maldición con mi fuerza y la destreza por controlarlos, mi padre me protegió llevándome lejos de todos pensando en que me protegía.

Lo que no sabía era sufrí mucho sin la protección de él, las crueles burlas y humillaciones me hicieron una persona insegura, débil, y cuando por fin volví con ellos no debía de llamar a mi padre "papá" si no simplemente la persona que me ayudó.

Oculté la verdad aquellos chicos que consideraba hermanos, oculté la verdad a mi propio Compañero por su protección, sin embargo, en la primera oportunidad ellos me dieron la espalda, él me engañó y destruyó la relación que teníamos, me humilló, se burló de mí y me lastimó.

Pero tenía conmigo a Ethan, mi preciado Amicum, quien me sostuvo y me ayudó a dejar de sentir pena por mí, me hizo darme cuenta que no los necesitaba, que podía contra todo y todos.

El Viento nos mueve.

La Tierra nos cura

El Agua nos moldea.

El Fuego nos transforma.

El fuego fue reflejado en mis ojos rojos y con mi mano derecha sostenía al elemento Agua.

Hasta el momento solo podía controlar dos elementos a la vez.

La gente que dejé detrás quedó varada, impresionada por lo que veían.

Cuando las puertas fueran abiertas los lobos que luchaban al verme se abalanzaron a mí, mi mano izquierda hizo que el agua cubriera a los cuatro lobos y poco a poco comenzó a asfixiarlos. Vi cómo se removían entre la espesa agua.

—Mors bonum— susurré con tranquilidad cuando vi que los lobos dejaron de luchar y comenzaron a transformarse en humanos.

Cuando los lobos dejaron de luchar supe que habían muerto y los coloqué con cuidado en el suelo.

Mis soldados Guardianes detuvieron a unos cuantos que intentaron llegar a mí, pude reconocerlos al instante.

Los cuatro futuros Alfas se encontraban en los cuatro puntos cardenales.

Norte, Iker.

Oeste, Scott.

Este, Ashaia.

Sur, Jev

—¿Estás segura de lo que haces? —escuché susurrar en mi mente la voz de Mason.

—Nunca antes lo había estado como hoy— musité ante el desastre que veía.

Escuché aullar a lo lejos y de pronto todos los solitarios aullaron con urgencia y todos se prepararon para lo peor.

Mí vestido dorado ondeó junto con mi cabello negro, mientras que la Tierra vibró a mis pies y extendí mis manos cerrando los ojos.

La maldición de no reconocer, la maldición de no sanar.

Sentía como se filtraba en el viento con rapidez y sigilo, elegante, sumisa y a su vez tan poderosa. Cuando llegó a nosotros abrí mis ojos y el fuego la recibió contraatacándola.

Mis pies se ciñeron al suelo mientras sentía lo poderosa que era la magia y sabía que alguien la conducía a nosotros.

El Soldado Renaciente debía estar cerca.

El elemento Fuego hacía su trabajo acechándola y tragándola por completo, mi cuerpo tembló y el sudor bajó por mis sienes, y mientras que yo retenía a la nube negra que se removía, mis solados peleaban a mí alrededor.

Mi Luna AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora