Capítulo 45: Fase dos: cicatrización.

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Capítulo 45:

Cierro mis ojos con suavidad, los relámpagos en el cielo danzaban encantados y las nubes se oscurecieron,  la lluvia cayó de manera delicada y sin prisas.

Con mi dedo índice voy marcando todo el contorno de mi rostro mientras tatareo una suave canción.

Sintiendo la paz acariciarme justo como lo hacían las pequeñas gotas de lluvia, sintiéndome plena y feliz, y sobre todo sintiéndome completa y segura.

Algo que no había sentido en todos mis 22 años.

Me había ido de las cuatro manadas para olvidar, para curar todas mis heridas, no solo del corazón, si no del alma y de mi mente.

Ya no tenía pesadillas ni ataques, simplemente era feliz.

Extiendo mi mano y en ella se acumula fresca agua de lluvia, la cubro con mi mano derecha y ahora esa agua es comandada por mí, bailo con ella mientras sigo tatareando y aun cuando mis pasos se vuelven más toscos y rápidos, los relámpagos y truenos danzan conmigo, la gran gota de lluvia toma vida propia y recorre mis brazos mi cuello y se rompe cuando llega a mi corazón, sonrío y sigo bailando bajo la lluvia, con movimientos delicados y a su vez toscos.

Mi danza termina con un fuerte trueno y un corte en el aire, mis hombros suben y bajan por el esfuerzo.

— ¿Unos cuantos pasos y ya te cansaste? ¿Dónde está tu gran condición eh? —le sonrío al chico de ojos verdes y observo su mano extendida, la tomo con rapidez y bailamos, Ethan parece ser un gran bailarín y sigue todos y cada uno de mis pasos, rio cuando da una vuelta por sorpresa y me empuja un poco para que comience a caer de espalda y él me sostenga.

Cinco años a su lado sosteniéndonos las manos con fuerza.

Cuando yo caiga, cuando me encuentre de rodillas extenderé mi mano y encontraré la tuya dispuesta a levantarme.

El juramento se extendió entre nuestras manos unidas, la sangre goteó para ambos, la promesa fue rota con un movimiento.

El susurro de Ethan me hizo sonreír.

—Nuestro juramento— me ayudó a ponerme de pie y yo le quité un mechón mojado por la lluvia.

Ethan podía mostrarte una sonrisa genuina y podía iluminarte, mi Amicum era lo único que podía sostenerme.

— ¿Mami? — Di un pequeño brinco ante la voz de mi hijo — ¿qué están haciendo?

Le sonreí.

—Bailando, ven aquí— el pequeño Ilikai tenía sus rizos dorados saliendo de su capucha del impermeable. Daba pequeños saltitos con sus botas de hule, tan tierno como siempre.

—No deben de estar a fuera sin un impermeable, podían enfermarse— se cruzó de brazos frente a nosotros— eso me dijo Tita Sara.

Me incliné a su altura y acomodé su cabello.

—Tienes razón, ahorita iré por uno.

Ilikai sostuvo mis mejillas y rio.

—Están frías mami, podrías enfermarte.

—No pasa nada iré por el impermeable, juega con tío Ethan.

—Vamos, juguemos juntos— el chico tomó la mano del niño.

— ¡Sí! Qué bueno que me traje mi impermeable— después me miró — ¿si puedo mami? —Asentí sonriéndole —tú las traes tío—los dos comenzaron a correr entre los charcos de lodo que se habían formado mientras que yo me mantuve al margen.

Mi Luna AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora